146 NYLA, LEJOS EN HATTUSAS (NYLA)
Por Karlos Dearma.
Esta casi todo
listo. La reina madre, HANNA y la princesa ARINNA vienen a despedirme. Al fin
volveré a Egipto. Hemos llegado a ser amigas y es por su ayuda que conseguí lo
que quería y necesitaba: Un tratado de paz y un pequeño grupo expedicionario.
Me he sentido casi como en mi casa durante mi estancia en Hatti; y fue gracias
a ellas. Hasta he logrado aprender bastante de la lengua dura de los montañeses
de Hatti.
Egipto
necesita guerreros; las noticias de Nubia y las misivas de mi hermano BEBTI son
alarmantes. MURSHILLIS se ha comportado bien. Muy a su pesar ha debido firmar
un tratado garantizando la independencia de Arzawa. Y se ha librado de una
guerra.
Ahora me ha
prestado mil guerreros hititas. Tal vez esto no caiga bien entre los egipcios
pero espero lo comprendan. Creo que tampoco ha caído bien entre los heteos:
Algunos de sus jefes deseaban continuar la guerra contra LUWIYA.
Pero no pueden
quejarse: Tendrán otra pronto, en Egipto, y contra NAGA.
SENUSRET de
Kerma ha operado bien. Es un embajador probado. Nadie mejor que él para
conseguir lo que hemos conseguido. Es un hombre valioso y bueno. También viene
a despedirse.
No hemos
sabido nada cierto acerca de MUWATALLLIS. Se rumorea que está vivo. Tal vez
fugado en Kizzuwadna. O Mittani, o tal vez en la tierra de los dos ríos. Su
vida corre peligro. La corte aún sigue inquieta: El joven príncipe prófugo es
una amenaza para sus planes. El pueblo recela de su nuevo rey. No todo está
dicho.
El grueso de
la tropa ha partido hace diez días. Deberemos alcanzarles. Una escolta me servirá, junto con el general PUSARRUMAS. Es un viejo bastante alocado, pero
es un hombre bueno. He llegado a conocerle algo y nos llevaremos bien. Seré la
segunda al mando, ni más ni menos. Costo
convencer al rey, pero terminó por aceptarlo. Ambos sabemos que una alianza conviene a los dos pueblos.
Me siento más
que bien; doy una carrera y salto sobre el lomo de mi caballo. Ocurrencia que
divierte a mis amigas, y a varios de
los presentes. Tomo las riendas y hago girar a mi cabalgadura en dirección a
ellas para despedirme. Nos ponemos en marcha. En la cima de la muralla, en
palacio, puedo ver al rey, que me observa con mirada seria. Levanto mi brazo
para saludarlo. Me responde con una ligera inclinación de cabeza.
Luego apuro a
mi montura y trotamos juntos, y, atravesando la puerta de los leones, me lanzo
en dirección a la meseta. Algo parecido a la felicidad vuelve a invadir todo mi
cuerpo. Los jinetes de la escolta hacen
un esfuerzo por seguirme el paso. Algunas decenas de campesinos, vestidos en un
blanco inmaculado, trabajan los campos brillantes de cereal. En la lejanía, las
grises montañas de Hatti nos contemplan con eterna solemnidad. Un sol fogoso se
despereza en lo alto de la mañana avanzada.
Cuando nos hemos alejado algo me
detengo, y vuelvo a girar para observar la ciudad. HATTUSAS me devuelve toda su
magnificencia. SENUSRET alza su mano para saludarme. Le devuelvo el saludo y
sigo mi camino en dirección a Egipto.
continuará ...