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KIZZUWADNA
Por Karlos Dearma.
Dejamos
Ankuwa hace cinco días. La meseta brilla con los últimos soles de la primavera,
grandes nubes blancas corren como corceles por el celeste cielo y el calor del
verano ya nos está dando sus primeros avisos.
Aprovechamos la somnolienta
mañana para viajar y luego poder descansar al mediodía, ocultándonos del sol en
las peores horas.
Marchamos después apurando a nuestros caballos hasta el
atardecer. KIZZUWADNA me recuerda a los inolvidables dias de convalecencia en
ARZAWA, paisajes placidos de colinas bajas y montañas lejanas.
Amables
campesinas y campesinos nos saludan a nuestro paso, nos obsequian frutas,
conversamos con algunos de ellos y les dejamos atrás, deseándonos ellos buen
viaje en la lengua dulce de Hurri.
HATTUSILLI
parece conforme con nuestros progresos, pronto entraremos en Siria y los
dominios de Alepo. Más rápido de lo esperado y sin contratiempos. Solo una
patrulla nos interrogo hace dos días atrás. Los soldados del rey de KIZZUWADNA
quedaron conformes con nuestra coartada: Viajeros en camino a Fenicia, nada
para sospechar de nuestras verdaderas intenciones que por supuesto no les
afectan, ni a su rey, ni a ellos. Es esta una importante ruta de comercio y los
naturales están sobradamente acostumbrados a los viajantes y caravanas.
Al caer un
nuevo atardecer acampamos al cobijo de un grupo de álamos. Junto leña seca para
avivar un fuego. HATTUSILLI está atento, como inquieto, me ha comentado tener
la impresión de que alguien nos sigue.
Haremos guardia esta noche, no es cuestión
que algún grupo de forajidos nos sorprenda. El viento agita levemente las copas
de los árboles, los insectos nos acompañan con su coro de ruidos. La luna es
una terca compañía. Pero de pronto todo se hace silencio. HATTUSILLI me hace
una señal y ambos tomamos nuestras espadas. Un caballo piafa cerca y un jinete
aparece en la oscuridad saliendo de la foresta:
-¡Alto,
quien vive!
-¡MUWATALLIS,
HATTUSILLI, soy ARNUWANDA!
109 LAS NAVES DE LOS AHHIYAWA
Por Karlos Dearma.
Tan solo un
poco más de medio día de travesía nos separa de Tiro. Las costas de Fenicia se
recortan a lo lejos, al Este. Es noche de luna y la mayor parte de la tripulación
duerme placida.
Hago la guardia sin novedad, vigilando el horizonte. La
claridad de esta noche se interrumpe de a momentos: Algunos nubarrones ocultan
la faz de la luna para luego dejarnos ver su pálida luz, y así sucesivamente.
KHUFU me acompaña. Escudriña el horizonte en busca de alguna novedad, no la
hay. Nos acercamos a un brasero que nos abriga con sus llamas del fresco de la
noche, por lo demás la travesía sigue siendo agradable.
-Dime SETI,
¿Qué me puedes decir de las sacerdotisas de Astarté?
-¡Ja! No
tanto. ¿Qué intentas saber?
-¿Es cierto
que danzan desnudas como dices?
¿Tendremos tiempo de ver el espectáculo?
-Es solo
para los fieles, nosotros quedamos fuera de ello, no olvides que somos egipcios
y tenemos a nuestros dioses.
-Me
interesaría, aunque sea por un momento, adorar a la diosa de los cananeos.
-¡ja, ja, ja!
-¡ja, ja, ja!
-¡Eh,
ustedes, a ver si os dejáis de boquear! ¡Queremos dormir!-Un marinero fenicio
nos increpa con cara de pocos amigos, le hacemos caso.
-¡Esta bien!
Volvamos a lo nuestro KHUFU.
El océano
mece suavemente a nuestro barco, como si este fuera un bebe, y nos arrulla con
el sonido de sus olas. El movimiento es monótono y tranquilo, hipnotizante por
momentos, observo el fluir eterno de sus aguas y caigo en una especie de sopor:
Tengo sueño pero no puedo dormir.
Intento concentrarme cuando KHUFU me saca de
mí con un grito:
-¡Mira al
Oeste, SETI, parecen navíos!
Sobresaltado
corro tambaleando hacia esa banda del navío, me apoyo en la borda y fijo la
vista en ese par de sombras que parecen venir en nuestra misma dirección. ¡Son
velas!
Vienen efectivamente hacia nosotros, parecen navíos grandes pero de
andar ligero, mejor dar la alarma:
-¡Atención
marinos de Fenicia, despierten!
Casi
inmediatamente los adormecidos marineros salen de sus refugios, vacilantes,
tropezando; un casi sonámbulo IB llega hasta al lado mío, balbuceando cosas
incomprensibles en el idioma duro de los fenicios. Cuando se calma comienzo a
comprender:
-¡Las naves
de los ahhiyawa! ¡Son Piratas!
¡Todos a sus puestos!
-¿Cuál es el
plan, IB?
-Usaremos
todas nuestras velas y remeros. Trataremos de huir: Buscaremos la costa y la protección
de las naves de guerra de Tiro. Estos bribones son más atrevidos de lo que
suponía, están muy cerca de nuestra tierra.
-Armare a
los arqueros y preparare a los guerreros. Veré si podemos echarle fuego a
alguno de nuestros perseguidores. ¡Encended un gran fuego!
-¿Crees que
es una buena idea, SETI? Nos hará más visibles.
-No te
preocupes KHUFU, no tiene sentido escondernos. Ya nos han visto y no tenemos lugar
alguno en donde ocultarnos. Será mejor que prepares tus flechas.
-Lo haré.
continuará ...
Me provoco una sonrisa aquello de las sacerdotisas y como ya sabes espero el próximo continuará... Sabes sólo aquellos a quien apasiona la historia pueden volar a través de tus letras. besitos ....
ResponderEliminarGracias amiga, me alegra que te guste la historia y el tenerte allí, enganchada. besines y todos los lunes actualiza. :)
ResponderEliminarMe fascinó encontrar tu blog, tus relatos.
ResponderEliminar:)