Un argentino respetable
Por Karlos Dearma.
Héctor
Demetrio Moretti se consideraba una persona privilegiada. Dios, solía decir, lo
había bendecido con una hermosa mujer, 3 hijos buenos y muchos nietos, que eran
la alegría de su vida.
Moretti era una persona culta y respetable. Jubilado, de
68 años, gustaba de la buena literatura, como solía él decir, las excursiones
de pesca y los vinos finos. Era también una persona solidaria: Gracias a las
ganancias de su empresa, ahora manejada por los hijos, tenía un muy buen pasar
económico y gustaba de ayudar a los desamparados.
Solo el paso
de los años y la decadencia física lo golpeaban. Necesitaba ayudarse con un
bastón para caminar y ya no tenía la misma visión de antes. No obstante ello
seguía siendo una persona activa. Se preocupaba por la situación de su país y
se había postulado para intendente por el municipio en que vivía. La campaña ya
había comenzado y las calles estaban empapeladas con sus fotos acompañadas por
la leyenda:
Salud, Orden, Seguridad.
Vote Héctor Moretti.
Los carteles
obviaban su segundo nombre, nunca le gusto. En otra de las fotos
aparecía jugando con sus nietos. Esta vez la leyenda rezaba:
Vote a Héctor Moretti.
Un argentino respetable:
Como usted.
Moretti era
una persona querida; vecino de muchos años en la localidad, conocía a la gente
del pueblo, participaba en las actividades comunitarias, iba a misa todos los
domingos y eran conocidos sus reclamos ante las autoridades por mayor seguridad
contra la delincuencia.
La
misma falta de seguridad con la que
llenaba sus discursos fue la que lo hizo decidirse por los servicios de una
compañía de radio-taxis. Así, para movilizarse, ya sea al doctor o a visitar
hijos y nietos o a sus actividades políticas, comenzó a utilizar un auto con
chofer.
Fue de esta
manera que conoció a Ángel Rojas. De origen humilde y tucumano de nacimiento, había
venido a Buenos Aires de chico. Ángel era un cincuentón padre de cinco hijos,
trabajaba y estudiaba medicina. A Moretti le sorprende encontrarse con una
persona tan culta (como él) con la que entabla conversaciones muy interesantes
sobre literatura; le maravilla encontrarse con alguien que, con esa edad,
siga estudiando y que igual a él, en otro momento, busca progresar en la vida.
Le gusta ese viaje con Ángel y es por eso que para otras salidas pide a la
compañía que le envíen al mismo conductor. Así en sucesivos recorridos ambos
personajes entablan una relación singular y afectuosa.
Poco a poco
la confianza crece entre ellos. Moretti se entera en otra salida que uno de los
hijos de Ángel está enfermo y necesita un medicamento caro. Decide ayudarlo y
sin vacilar le da el dinero para que lo compre, él también es padre y entiende
la preocupación del chofer por su crío. Gracias a esa ayuda el niño se recupera
pronto y la familia Rojas se lo agradece.
En otro
viaje Rojas le dice que piensa abandonar la cursada de una materia porque no
tiene plata para los libros, Demetrio es un argentino respetable y solidario.
Piensa que una persona que hace los sacrificios que hace Ángel por sus hijos
merece ser ayudada: Le da el dinero para que los compre. La relación entre los
dos se vuelve amistad.
Un día en otro de sus recorridos electorales
pasan por un paraje conocido como Río Encantado.
-Ve usted
ese bosque de pinos.-Le cuenta Ángel.
-Si, lo veo.
-Por atrás
pasa un pequeño río en donde, cuando era chico, aprendí a pescar con mi padre. Allí
solía ir con mi primera novia y mujer. Aún sigue siendo un lugar agreste y
conocido por pocos.
-Debe ser un
sitio muy lindo.
-Oh, lo es.
Algún día quizás quiera conocerlo.
-Claro me
gusta la pesca, tal vez podamos traer las cañas y probar suerte. ¿Hay algo que
pique?
-Pejerreyes.
Son deliciosos hechos a la parrilla.
Quedaron en
volver a visitar ese lugar más adelante. Mientras tanto siguieron en campaña.
Las encuestas lo favorecían y Moretti estaba feliz. Es por eso que faltando dos
semanas para la elección y cansado por la actividad desplegada decide tomarse
un día de descanso. Elige el Río Encantado y le pide a Ángel Rojas que lo
lleve.
Pensó en invitar a sus nietos, pero como era un día de semana y no
podían faltar a la escuela esta vez la excursión seria solo entre los dos. Olvido avisarle a sus hijos de esa actividad pero no le importo. Ese día
el taxista lo paso a buscar a las 7 de la mañana. Traía su caña y cargaron
algunas cosas más en el auto: Carnada, unas sillas y la vianda de comida.
Juntos se
fueron hasta el Río Encantado. La mañana mostraba sus primeras luces y aún había
un poco de niebla; una capa fina de rocío lo cubría todo. Llegaron hasta la
orilla del río: Estaba crecido y tenía una correntada bastante fuerte en la
parte más profunda. Tiraron los anzuelos, clavaron las cañas en la tierra y se
sentaron en las sillas a charlar:
-Hoy cumple
años una de mis nietas.
-¿Ah, sí?
-Sí, la más
chiquita, se llama Marina y tiene 1 añito, mas tarde ire a visitarla, le compre un enterito de marinero.
-Debe de ser
la alegría de los abuelos.
-Seguro.
Sabes Ángel creo que soy un tipo muy afortunado.
-Así parece,
llegaste a ser un “ARGENTINO RESPETADO” por todos y te ha ido bien en la vida. ¿No
es cierto, Félix?
En ese momento
Moretti se sobresaltó. Hacía mucho tiempo que no escuchaba ese nombre, tal vez más
de treinta años. Miro a su chofer pero esta vez con inquietud, el tipo se había
puesto de pie y su voz ya no era amigable.
-Al
principio no te conocí, pero después, a medida que te iba tratando, me fui
dando cuenta de quien eras. Algo de tus facciones me resulto familiar: Primero
ese corte que tienes en tu ceja derecha, después fui reconociendo la voz en la
sala de torturas y pude asociarla con la tuya. Estas más viejo y decrépito pero
sos vos, no hay ninguna duda, Félix. Por qué ¿Ese era tu nombre de guerra, no
es así?
Moretti no
contesto, Rojas tenía un revolver en la mano y se dio cuenta que no le serviría
de nada decir algo o gritar; no había gente en varios kilómetros y nadie lo
hubiera escuchado.
También sabía que era vano suplicar: Eso no le había servido a
ninguna de sus víctimas. Un verdugo feroz como él, un criminal brutal, uno de
los peores entre los suyos, el jefe de uno de los grupos de tareas que se
encargaba de secuestrar a los opositores y desaparecerlos en tiempos de la dictadura militar, sabía que
era inútil suplicar.
No tenía ninguna defensa y
sintió miedo de morir, el mismo terror que alguna vez sintieron sus víctimas.
-Sabes una
cosa: Espere algo como esto por mucho tiempo, mientras estuve preso muchas
veces soñé con un momento así. Hoy te traje hasta aquí para cobrarte las vidas
de mi primer mujer, las de mis mejores amigos y de muchos otros a los que no
conocí y que vos asesinaste, o mandaste matar.
A Moretti le
tomo 68 años y llegar una mañana hasta el Río Encantado para darse cuenta de
que el pasado es implacable cuando se lo quiere dejar atrás y consigue
alcanzarte. Pero no se arrepintió. Los hombres como él nunca lo hacen y por ello merecen morir.Por última vez pensó en su
mujer, en sus hijos y en sus nietos; por última vez respiro el aire fresco de
la mañana, escucho trinar a los pájaros y reparo en que un pez había mordido el
anzuelo.
NOTA: Este cuento fue escrito hace casi 15 años atrás y forma parte de mi primera época de escritor.Inmediatamente después hice un parate hasta que en el año 2014 volví a escribir para "reconciliarme" con la literatura.
Con algunas mínimas correcciones es casi la misma versión que escribí por junio del año 2001:Solo que las circunstancias de mi país han cambiado bastante desde esa fecha.
Al día de hoy muchos de los responsables del genocidio han sido juzgados y las leyes de la impunidad (Punto final,Indultos etc)han sido suspendidas.Y aunque, lamentablemente, faltan logros pues muchos escaparon o se mantienen impunes, y algunos de los responsables están muertos, se ha avanzado bastante en la búsqueda de justicia.
Entiendo este relato en aquel contexto y por ello es que me decidí a publicarlo ahora.
Se me han puesto los pelos de gallina, como se suele decir. Una venganza siempre se sirve bien fria. Me dejas sin palabras. Genial tu relato. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias María, me alegra que te guste a ti siendo como sos una gran escritora. Supongo que la venganza se da en el contexto de la época en la cual escribí el relato (sin ningún tipo de justicia posible) Me parece increíble que hayan pasado quince años y la verdad es que las cosas han cambiado un tanto. Hasta en lo literario: Este cuento es casi tres veces mas largo del tipo de relatos que me gustan escribir ahora je. Gracias por compartirlo, Abrazos.
EliminarImpresionante, aterrador y real tu relato Carlos. Muchas de estas lacras siguen entre nosotros disfrazados de buena gente. Excelente.
ResponderEliminarSi Jorge, lamentablemente es así: La impunidad sigue predominando. Me alegra que te haya gustado el relato. Un abrazo y gracias por comentar amigo.
EliminarMe ha sobrecogido, sobre todo, el final, pero claro que es entendible su contexto político, histórico y social. Aunque la memoria seguirá presente por mucho tiempo, tanto para lo que se haya avanzado, como para el recuerdo imborrable del horror. No te imaginas que la historia vaya a encauzarse de esa manera. El elemento sorpresa que hace su aparición en el último momento, hace aun más atractiva la lectura. Un relato magistral.
ResponderEliminarAbrazos
Gracias Marisa, coincido con tu reflexión sobre la memoria. Me alegra que te guste. Te mando un abrazo.
EliminarHola Carlos.
ResponderEliminarEl relato es espectacular, siendo argentino es un tanto previsible, pues todos conocemos este tipo de historias. El sabor que te deja es agridulce y con muchas preguntas: La primera es ¿Debiò convertirse en un asesino como el Coronel? Otra: ¿Como es que un ser humano puede ser un sadico, un asesino enfermo hijo de mil putas en un momento de su vida y en otro un benefactor de la sociedad, un pacifista?
Siempre me hice esta pregunta.
Magistral trabajo Carlos.
Abrazo
Gracias Ricardo. En cuanto a tu primer pregunta, me lo explico ante la falta de justicia de aquella época: Supongo que solo pude ver la venganza como solución. Conocí a alguna gente militante en los DDHH y jamas me encontré con ninguno con ese nivel de odio u rencor como para concebir una venganza así: Siempre insistieron con la búsqueda de justicia por la vía de las instituciones, a pesar de las leyes de impunidad y de los encubridores. Con respecto a la segunda: Los seres humanos somos muy contradictorios. Y "El pasado puede ser implacable cuando lo queres dejar atrás y consigue alcanzarte". Un gran abrazo amigo.
EliminarHola Karlos.
ResponderEliminarTe dejé un comentario pero parece que no quedó registrado.
Te decía que me encantó tu relato histórico.
Lo has escrito con una prosa muy cuidada y bella.
Lo has narrado tan bien que es difícil discernir que es verdad y que es fantasía.
A veces la realidad supera a la ficción.
Llevas la tensión al máximo, hasta un final que congela la sangre.
Cuando tenemos el poder en nuestra mano no siempre podemos discernir, ser ecuánimes y justos y resalta nuestro lado más oscuro, cruel y malvado.
Un relato impactante.
¡¡Felicidades!!
Un abrazo.
Gracias Lucia, me alegra que te guste desde el punto de vista literario. Es un relato que tiene 15 años de antigüedad. Tienes razón con respecto al tema del poder y lo peor es que, a pesar de los avances judiciales, muchos de los responsables siguen impunes. Rojas, el protagonista, lo resolvió por mano propia. Es la tragedia humana: Caín y Abel siempre. Solo que esta vez Abel fue Caín. Abrazos Lucia, me pone contento que hayas comentado, no se que paso que no salio tu comentario anterior pero a veces el blogger anda lento o mal.
EliminarHola Carlos, un relato en el que todo parece una amistad que va forjándose y de pronto...la ruptura. La justicia llega, tarde o temprano, pero llega. Que bueno que te hayas decidido a publicar esta historia.
ResponderEliminarFeliz martes :)
Gracias por pasar Alejandra. Bueno que te guste. Era una historia que tenia en el arcón de los recuerdos guardados. Abrazos :):)
EliminarLos hombres que olvidan su pasado estan condenados a repetirlo, por eso tu texto es tan importante...
ResponderEliminarUn lujo leerte.
Reme.
Escalofriante relato, Carlos. Como ficción tiene todos los ingredientes para decir que es muy bueno; como realidad es atroz en muchos sentidos.
ResponderEliminarDicen que el tiempo todo lo pone en su sitio, y así ocurre en tu historia.
Un abrazo enorme y gracias por haberla compartido con nosotros!!