¡¡¡ Feliz 2017 para todos mis amigas y amigos lectores !!! Este año 2016 sería para el olvido, si es que no se hubiera dado lo inolvidable: Por primera vez una de mis historias llegó a la pantalla. Se trata de "El Pacto": una historia de navidad particular en forma de un increíble y bello cortometraje de 2:50 minutos a cargo de gente con mucho talento. ¡¡¡ Gracias Nicolás Castaño !!!
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viernes, 30 de diciembre de 2016
viernes, 23 de diciembre de 2016
SETI, EL EGIPCIO /// CAPITULO 145
145 LAS TRISTEZAS DE ANKH (ANKH)
Por Karlos Dearma.
El camino de
regreso al delta fue tan duro como esperaba. KHAMOSE me encomendó la misión de
escoltar el cadáver de mi amigo, AMUN, hasta Tanis, su lugar de nacimiento.
Allí debía entregarlo a su familia, y así lo hice. Los funerales y homenajes
fueron seguidos por cientos. Mi amigo era conocido y respetado. La captura del
asirio lo volvió un héroe.
Volví a
encontrarme con AZIRA: No pude darle ninguna explicación satisfactoria sobre lo
sucedido pues yo mismo no la tenía. Nos despedimos sin conflictos. Creo que
regreso a Saq. No puedo medir su
tristeza: si puedo medir la mía.
Luego de
aquello conduciría a las tropas mercenarias, ahora a mi mando, hasta Avaris.
Allí nos encontramos ahora. Estoy a punto de entrevistarme con el príncipe BEBTI. El guerrero de Mari, DUMUZI, me acompaña.
Y no solo él. También los otros jefes mercenarios: THERA, de los escitas y ARNE, de los hombres del norte. Esperamos que nos reciba fuera de su residencia.
Una presencia me sorprende: La hermana de faraón, la princesa CHAVI, sale a encontrarme. Un escriba la acompaña. Es AMENHOTEP, el amigo de SETI. Él es quien habla primero:
Allí nos encontramos ahora. Estoy a punto de entrevistarme con el príncipe BEBTI. El guerrero de Mari, DUMUZI, me acompaña.
Y no solo él. También los otros jefes mercenarios: THERA, de los escitas y ARNE, de los hombres del norte. Esperamos que nos reciba fuera de su residencia.
Una presencia me sorprende: La hermana de faraón, la princesa CHAVI, sale a encontrarme. Un escriba la acompaña. Es AMENHOTEP, el amigo de SETI. Él es quien habla primero:
-Les
agradezco a todos que estéis aquí. El príncipe BEBTI les da la bienvenida.
Lamento la noticia sobre la muerte de AMUN, porque también era mi amigo, y, esta catástrofe no
podía suceder en peores circunstancias. Le queríamos y necesitábamos: ¡Qué los
dioses le bendigan y acompañen! La princesa tiene algunas cosas que decirles.
-Mi nombre
es CHAVI, mi hermano y también yo estamos agradecidos por su llegada. Me ha
encomendado hablar con vosotros, ya que la prisa es algo apremiante en estos
momentos. El ejército de la Reina Naga se ha puesto en movimiento hacia el
norte. Debemos actuar. El general ANTEF será su nuevo jefe. Deberéis estar con él en los cuarteles.
-Marchareis
al sur pronto para intentar contenerla.
-En cuanto a
ti, ANKH, el príncipe BEBTI te ha encomendado una misión de mucha importancia.
Para ello te daremos todos los recursos que sean necesarios. Mi hermano
considera vital buscar la ayuda de un hombre que conoces muy bien. Alguien que
puede hacer que Egipto vuelva a tener esperanzas y conseguir la victoria. Un
barco está listo para zarpar en el puerto y te espera.
-Supongo que
no aceptarás un no como respuesta.
Sonrío.
Todos me observan en silencio. Me perderé el comienzo de la nueva batalla, pero
también sé que de este viaje depende el futuro de Egipto. Algo parecido a la
dicha crece dentro de mi cuerpo. No me han dicho el nombre de ese guerrero pero
no hace falta. Volveré a reencontrarme con un amigo, y, créanme, es algo que
necesito.
¿Acaso no imaginan quién es? Se los diré: SETI de Abydos.
¿Acaso no imaginan quién es? Se los diré: SETI de Abydos.
continuará ...
viernes, 16 de diciembre de 2016
LA LUZ DE LAS NOCHES (Cuento corto por Karlos Dearma)
La luz de las noches
Por Karlos Dearma
La tarde se fue
de a poco y la tierra se envolvió en sombras. Eso lo inquietó. Tan pronto como
la noche ocupo la escena, un creciente viento fresco llego desde las montañas, erizándole
el pelo, haciendo bramar con soplidos invisibles, las ramas de los árboles.
Olfateó el aire y sintió los aromas de la foresta y el frío se metió por sus
fosas nasales.
La soledad
lo rodeaba. El resto del grupo lo había dejado atrás. Un ruido de ramas secas
rompiéndose lo puso en estado de alerta. Sintió miedo y desconfiado como era, se
agazapo detrás de unas rocas. Aguzó los oídos, alzando cabeza y orejas, pero
solo recibió el sonido del silencio. Un perseguido como él sabía que debía
evitar a los hombres: Esos carniceros
infames que querían cobrarse su vida.
Hubiera
querido confirmar esa nada visualmente, pero la luz de la noche no había
aparecido aún. ¿Qué le habría sucedido?
La oscuridad
era casi total, pero como si una magia hubiese respondido a sus deseos, la luna
finalmente emergió desde los densos nubarrones que cabalgaban el cielo, tiñendo
con su luz gélida la faz de los bosques.
Envalentonado, subió a una roca alta y le lanzó
un fuerte aullido, agradeciéndole una vez más su tierna compañía. Desde la lejanía,
otros lobos lo imitaron.
miércoles, 30 de noviembre de 2016
SETI, EL EGIPCIO /// CAPITULO 144
144 MUWATALLIS AL RESCATE (ARNUWANDA)
Por Karlos Dearma
Quedo a
solas con un centinela y el mensajero del rey, que permanece en la penumbra.
Observo el lugar de mi encierro y estudio las posibilidades de escape que
tengo: Casi nulas. Solo un agujero en lo alto de la celda, cerrado con rejas y
por el cual se mete el aire frio de la noche, y la puerta de entrada. Piensa
ARNUWANDA, piensa. No es la primera vez que te han pillado. Estos muros no
pueden encerrarte.
-¿Acaso
piensas escapar? Sera mejor que lo olvides: Nadie huye de la prisión de
EA-TESHUB.- El guardián sonríe con satisfacción, tal vez sea cierto lo que
dice. Mejor no pensarlo.
-Siempre hay
una primera vez para todo, amigo.-La otra voz, que responde a los dichos de mi
guardia, me resulta familiar. Esta vez intento prestarle más atención al
mensajero.
En las oscuridades creo reconocer a la figura. Pero si es…
¡MUWATALLIS! El carcelero lo mira extrañado. Mi amigo sale de la penumbra y le
atiza un golpe en la cara que lo deja fuera de combate. Se agacha y comienza a
revisar entre las ropas del guardia. Encuentra unas llaves.
-Nos vamos
amigo. Tendrás que explicarme como te hiciste encerrar de manera tan tonta.
-Primero
salgamos de este horrible lugar.
Abre la
puerta y por lo bajo le doy las gracias: No me gustaba la idea de tener que
sufrir la tortura. Estoy algo dolido pero entero. Tomo la espada del guardia
mientras mi amigo lo mete dentro de la celda. Busco una cuerda y algo que sirva
de mordaza. Lo dejamos encerrado.
-No tenemos
mucho tiempo, ARNUWANDA. El jefe regresara pronto, cuando se dé cuenta que el
rey no lo mando llamar.
-Por los mil
dioses de Hatti, MUWATALLIS. ¡Nos buscara toda la guarnición!
-Entonces
salgamos con prisa. No tengo un plan. Antes debemos llevarnos a alguien.
-¿Un
retraso? ¿De quién se trata, mi príncipe?
-ARNUWANDA,
¡No me digas príncipe! Es una de las rebeldes.
-¿SILOE?
-¿Es así
como se llama?
-Sí, jefe:
es una de las líderes y no solo eso. Debía intentar liberarla. Pero no puedo
contártelo ahora. Mejor vamos por ella, créeme, es importante.
No está muy
lejos de allí. Esta débil y por lo tanto no ofrece resistencia. La liberamos y
un alboroto se desata en las mazmorras. Son los otros prisioneros. No hay
tiempo de liberarlos. Pero mi amigo insiste y les entrega las llaves. No
podemos esperarlos.
Corremos por los pasillos y buscamos el techo de la prisión.
Deberemos saltar desde la muralla. No está bien hacerlo sin cuerdas y no hay mejor alternativa. Sera duro. Piensa
ARNUWANDA, piensa. Y cuando pensamos que podemos irnos, alguien nos cierra el
paso.
-¡Alto,
MUWATALLIS, ¿Adónde vas con la prisionera?!
-¡GUREK,
será mejor que no intentes detenerme! ¡Voy a irme con esta mujer y con mi amigo
y nadie me detendrá!
-¡No puedo
permitirte eso, MUWATALLIS!
-No me
obligues a matarte, GUREK.
-Nadie
matara a nadie hoy aquí. Soy ARNUWANDA, jefe de Hatti. Escucha, GUREK. Eres
hitita al igual que nosotros. Ayúdanos.
-¿ARNUWANDA?
¡Por los mil dioses! Estuve a tu mando en la guarnición de Hattusas. Soy hijo
de PUSARRUMAS.
-¡PUSARRUMAS!
¡El heteo más loco y valiente que he conocido! Te recuerdo, eras casi un niño.
Escucha: Tu padre es mi amigo, GUREK, ayúdanos a escapar.
-Lo sé. Voy
a meterme en un lio. Buscare una cuerda y engañare a los guardias. Ocultaos.
GUREK
desaparece en la noche. La alarma ha sido dada para cuando regresa y la
sorpresa se pierde. Jinetes y centinelas recorren allí abajo la ciudad de
Alepo. Comenzamos a descolgarnos desde la muralla. SILOE y MUWATALLIS primero.
Tal vez la oscuridad nos sirva de refugio. Quedo último.
-GUREK,
¿Vendrás con nosotros?
-No, fingiré
y me pondré a buscarlos junto con el resto de la guarnición. Nadie sospecha de
mí. Los presos liberados están armando un gran alboroto, y eso puede servirles
para escapar. Algunos compatriotas aquí
dentro están descontentos. Cuando sepan que estas entre los rebeldes tal vez
quieran unirse a ti, ARNUWANDA.
-Gracias
amigo. Te debo una.
Me despido
del joven con un apretón de manos. Desciendo por la cuerda para sumergirme en
las tinieblas. Lo que parece disiparse ahora es mi mala suerte.
continuará ...
miércoles, 19 de octubre de 2016
SETI, EL EGIPCIO /// CAPITULO 143
143 ARNUWANDA AL RESCATE (ARNUWANDA)
Por Karlos Dearma.
-¿Podrás
entrar en la ciudad sin ayuda, ARNUWANDA?-SESOSTRIS se muestra preocupado por
mi plan de entrar en el interior de Alepo. HATTUSILLI lanza una mirada
escéptica. Tengo que desalentarles.
-Sera
difícil pero lo he hecho antes. Esas murallas no son lo suficientemente altas.
Tuve buenos maestros de escalada.
HATTUSILLI
cambia su faz: Ahora sonríe. Estoy seguro que la empresa no será fácil. Solo
compongo frases arrojadas para darme valor.
Un par de lugareños me acompañaran.
Son BARTO y REBEDEM. Ellos conocen Alepo, y a la mujer que debemos rescatar. O
por lo menos averiguar si eso es posible. Hemos elegido la torre norte. Es la
menos protegida de la ciudad. EA-TESHUB y sus hombres no esperan un ataque por
ese lugar, del lado de la tierra de los dos ríos.
-Nos
pondremos en marcha esta misma noche. Buscare lo necesario para escalar los
muros. Entrare y encontrare a MUWATALLIS. Intentaremos sacar a SILOE, y, si no
podemos, regresaremos con la información necesaria para atacar la ciudad.
-No te
arriesgues más de lo necesario, ARNUWANDA. Vuelve en una pieza de ser posible.
HATTUSILLI
suena grave. Me halaga y reconforta el que se preocupe por mi persona. Pero
alguien debe hacer este trabajo, y ninguno de ellos dos es el indicado.
Mis
acompañantes conocen las calles de la urbe y tienen parientes tras los muros
que deberían ocultarnos. Manos a la obra.
Por la noche
nos deslizamos hacia Alepo. Las oscuridades deberían cubrirnos lo suficiente
como para poder trepar las paredes.
SESOSTRIS y HATTUSILLI nos escoltan hasta
el pie de las murallas. No son lo
suficientemente altas para mí. Algunos pocos centinelas caminan por detrás de
las almenas con antorchas en las manos. Esperamos. Necesito que se alejen lo
suficiente para poder lanzar un gancho.
HATTUSILLI
me hace una seña. Hago balancear la cuerda y la arrojo hacia arriba. El gancho
vuela, vuela y supera la altura de la pared.
Cae sin hacer mucho ruido y me
aseguro que este firme: Lo está. Espero otra señal de HATTUSILLI. No hay
novedad en los muros.
Trepo. Primero solo. Apenas unos instantes después estoy
en la parte superior. Con un silbido sordo llamo a BARTO y a REBEDEM, que
comienzan a ascender. Me oculto en las sombras, y vigilo los movimientos de los
guardias. Están lejos.
Los dos
sirios se reúnen conmigo y buscamos un lugar para meternos en las calles. Izo
la cuerda y la aseguro de nuevo. Esta vez la arrojo hacia el interior. BARTO y
REBEDEM bajan primero. Les sigo, y, una vez abajo, suelto las ligas y nos
ocultamos fuera de la mirada de los guardias. Estamos en el interior de Alepo.
REBEDEM nos hace una seña y entendemos que debemos seguirle. Todo está tranquilo.
Aquí y allá algunos candiles iluminan las calles vacías. Los pobladores están
puertas adentro. No hay señal de las patrullas nocturnas que guardan el reinado
de EA-TESHUB. Mejor así.
Caminamos con cautela, saltando los cruces lo más
rápido que podemos, dejando atrás las almenas. Nos detenemos en una calleja
oscura. BARTO nos da instrucciones:
-Faltan unas
pocas casas desde aquí hasta lo de mi tío, SEP.
Iré delante, denme un momento y luego síganme.
Asentimos.
Lo vemos cruzar una plaza. Del otro lado nos hace una seña. REBEDEM le sigue. Espero.
Cuando ambos se juntan levantan sus brazos para que me junte con ellos, o por
lo menos eso creí: Sería lo malo. Lo que sucedería después me haría darme por
el suelo con la evidencia de que aquel no era mi día de suerte.
Me lanzo en
una carrera a través del espacio abierto cuando escucho algo inquietante:
Caballos y jinetes que vienen en esta dirección.
Consigo arrojarme al piso,
tratando de cubrirme entre las oscuridades.
Cuatro
guerreros montados irrumpen en la plaza. Trato de esconderme lo mejor que
puedo. Los soldados disminuyen la marcha y los caballos que montan piafan
nerviosos.
Los observo escudriñar el espacio abierto. Pero no me ven: demasiada
oscuridad. Seguirán su camino, pienso. Pero no es así. Cuando comienzan a
alejarse, un grupo de perros callejeros, que no había visto, me olfatea.
Me
señalan con ladridos y pago caro su traición. Los jinetes desconfían y regresan
sobre sus pasos, justo hacia donde estoy. Solo tengo una opción: correr.
Le hago señas
a mis compañeros para que se pongan a salvo, los veo huir en dirección
contraria. Me incorporo e intento escapar. No puedo: Los perros me cazan antes
que los montados.
Caigo al piso, con los canes mordiéndome los pies y las
ropas, y lo que es peor: los guardias me dan alcance, rodeándome.
-¡Alto
extranjero! ¿Quién eres?
Quedo en
silencio. Pensando en una respuesta, reponiéndome de los magullones. El que
parece su jefe no es del tipo que tiene
paciencia. Me golpea en la cabeza y caigo sin conciencia.
El desmayo
debe de haber durado unas horas.
Cuando
despierto estoy en la prisión, encerrado en una celda y con un centinela
observándome. Se da cuenta que estoy despierto y llama a su jefe. Menuda suerte
la mía.
-Veo que has
despertado de tu siesta. Sera mejor que hables ahora, extranjero. Dime tu
nombre y lo que estabas haciendo dentro de la ciudad.
-No tengo
nada que ocultar. Mi nombre es ARNUWANDA. Vine a ver a mi novia.
-¿Tu novia?
¿Con que eres gracioso? ¿Te deslizas por la muralla y esperas que crea esa
tonta historia? Dime su nombre y la buscaremos por ti.
-No puedo
decírtelo. Es una mujer casada.
-¿Con que
casada? Mira pequeñín, te aplastare la cabeza con mi espada si no empiezas a
hablar. Mis hombres los vieron entrar a la ciudad. A ti y a los otros dos. Es
solo una cuestión de tiempo para que les pillemos a ellos también.
-¡Ey, jefe:
El rey te llama!-Alguien en la penumbra llega con el mensaje, no le prestó
atención. Por ahora el interrogatorio se ve interrumpido.
No es algo que le
guste al interrogador. Creo que voy a pasarla mal y debo prepararme para ello.
El misterioso personaje me deja bajo vigilancia y se retira. Antes lanza una
sonrisa maliciosa que logra inquietarme.
-Volveré.
continuará ...
lunes, 12 de septiembre de 2016
SETI, EL EGIPCIO /// CAPITULO 142
142 KHUFU EN LA FORTALEZA DE EA-TESHUB (KHUFU)
Por Karlos Dearma.
Nunca había
visto tanta basura junta. Escoria del norte, del Este y del Oeste, toda
mezclada en un único lugar y bajo el liderazgo de EA-TESHUB, o sea, la mugre.
Un par de soldados a sueldo nos salen al paso: Nos anunciamos en la puerta de
la fortaleza.
IB está inquieto y no lo culpo; no siento lo
mismo. Solo un poco de asco. Algunos de estos gandules participaron del saqueo
de mi país. Los he contado: Hasta ahora ciento dieciséis hombres en el recinto.
A SETI le interesara el dato. Me gustaría cortarles la garganta a algunos de
ellos, pero por razones obvias debo abstenerme. Debemos esperar, lo hacemos
buscando la sombra de la muralla.
Un tipejo al
que le falta aseo, mercenario a sueldo, desdentado, desafiante, rumiando, viene a nuestro encuentro. Nos hace señas de
que le sigamos y nos dice algunas palabras en el lenguaje pesado de los
habitantes del Elam; no logro comprender pero vamos tras él, en dirección a
palacio.
Penetramos
dentro de unas amplias estancias y el paisaje lúgubre de la ciudad tiene aquí
su perfecto contraste: Un lujo fenicio lo impregna todo. Las paredes están
decoradas con grabados de dioses a un lado y escenas de cacería del otro.
Suntuosos tapices cuelgan de las paredes, y enormes candelabros llenos de velas
encendidas iluminan su interior. Una fuente de agua en uno de los lados
transmite la parte de frescor que nos estuvo negada desde que llegamos a la
ciudad.
Un hombre de
aspecto fornido, barbado, ceñudo, se vuelve para vernos. Una larga nariz
aguileña, picaduras de viruela, y ojos profundos, que transmiten furia, son las
señas de distinción de su cara. Supongo que es el rey.
Cuando nos
acercamos se incorpora y viene sobre nosotros amenazante. La actitud me
sobresalta. IB me mira con temor y algo parecido al miedo, por primera vez en
mucho tiempo, corre por mis venas. Señalando con un dedo al fenicio, interroga:
-¡Dime, IB!
¿Qué es lo que hace SETI, el egipcio, en mi ciudad?
La pregunta
nos sorprende y permanecemos en silencio. Las noticias parecen volar rápido por
aquí. Nadie más debería conocer la identidad de mi amigo en este lugar.
-¿Quién es
el muchacho?
No me gusta
la manera en que lo dice. Llevo instintivamente mis manos a la cintura. Uno de
los arqueros egipcios de EA-TESHUB saca una flecha de su carcaj y carga su arco
veloz, apuntándome.
-No me gusta
que me digan muchacho. Mi nombre es KHUFU. Dile a tu arquero que guarde su
arma: Le haré arrepentirse de ello, si me hace enojar.- EA-TESHUB enrojece de
ira.-
-¿Acaso te
atreves a lanzar amenazas en mi presencia?- Una señal de otro de los hombres
del rey, casi imperceptible para mí, es la orden de disparar.
La flecha sale
del arco en dirección a mi persona. Alcanzo a doblar mi cuerpo hacia un lado
para escuchar el silbido de la saeta pasando muy cerca. Cuando me enderezo, una
de mis dagas ya está en el aire y en dirección del atrevido que acaba de
lanzarme la flecha: El arquero egipcio no es tan rápido y lo siento por él. El
puñal entra por debajo de uno de sus hombros, hiriéndole.
Cae en el
suelo sentado, sorprendido. Todos en la sala están sorprendidos. Algunos de los
guardias sacan sus armas y vienen sobre mí. También desenvaino.
-¡Alto
todos, guardad las armas! ¿Quién le ordeno disparar?-Un egipcio, que no me
resulta desconocido, da un paso al frente.
-Fui yo, mi
rey. Este insolente se atrevió a contradeciros de manera altanera y debe ser
castigado. Me encargare de él.
-¿Acaso,
MENEFER, tu sabes interpretar cuales son mis deseos? ¡Cómo puedes ser tan
imbécil!-MENEFER agacha la cabeza y pide disculpas.-
-Perdón, mi
rey.
-Guarda tu
arma, pequeño egipcio, te llamas ¿KHUFU? Me has impresionado y no soy alguien
que se impresiona con facilidad.-Sonríe con satisfacción. EA-TESHUB parece ser
de los que respeta el uso de la fuerza cuando es necesario. Su reputación de
sanguinario le precede.
Obedezco. Me doy cuenta cuando los dioses están de mi
lado. Y no es cuestión de hacer enojar al rey de Alepo.
-¿Tienes
algo que ver con el egipcio de Abydos?
-Es mi
mentor, señor. Me adopto luego de la muerte de mi padre, en Nubia. IB puede
explicaros.
-Sí, mi rey,
es verdad. Conocí a SETI y a KHUFU durante mi último viaje al Nilo. Ahora ambos
trabajan para mí.
EA-TESHUB
parece estar satisfecho. Recupero la tranquilidad. Aunque sigo preguntándome
como todo el mundo en esta ciudad sabe de mi amigo.
Mientras tanto sigo con mis
tareas de espionaje. Llego a contar dentro de palacio a unos cuarenta y tres
hombres de armas más. Mejor sería decir cuarenta y dos: El egipcio al que
apuñale estará fuera de servicio por un tiempo.
SETI estará
más que contento con la información.
continuará ...
lunes, 25 de julio de 2016
SETI, EL EGIPCIO /// CAPITULO 141
141 SETI Y LA CARAVANA DE ALEPO (SETI)
Por Karlos Dearma.
Las tres
jornadas que nos separan de Alepo transcurren rápido. Una de nuestras
caravanas, guiada por los hombres de JEZEBEL, escoltada por LIUMA, desvió su
camino para llevar su carga de armas y alimentos a los rebeldes. Mientras tanto
nosotros estamos a las puertas de la ciudad escoltados por los soldados de
EA-TESHUB, que salieron a nuestro encuentro.
La distracción tuvo éxito. IB está
más que conforme, nuestro plan parece funcionar.
Traspasamos
las puertas observados por guardias egipcios, mercenarios del rey de Alepo.
Intuyo que no tardaran en reconocerme.
Alguien conocido debe mandarles, estoy seguro de ello; conozco a todos los
capitanes egipcios; solo mi ansiedad por saberlo me provoca una cierta
inquietud.
Averiguare de quien se trata.
La ciudad
parece vacía. Los ocasionales moradores que cruzamos nos miran con curiosidad,
desconfianza y temor. Las miradas son evasivas, el pulso agitado. El régimen de
EA-TESHUB los ha oprimido. Los lugareños evitan el dialogo con nosotros, tal
como IB me lo había referido. Nos detenemos en una especie de plaza, alrededor
de una fuente de agua. Refrescamos a nuestros animales sedientos.
Un mensajero
se hace presente. El rey nos espera: El mercader fenicio tiene trato directo
con él. Pero no seré de la partida. IB me deja con las mercancías y va hacia la
fortaleza. Se lleva a mi amigo KHUFU como compañía. Antes le doy órdenes de
observar todo con detenimiento para luego informarme.
Lo hará.
Me quedo en
el aljibe con la compañía de los conductores de los carros, sus animales y mis
soledades. Intento descansar echándome en el piso, haciéndome sombra con una
manta, buscando algo agradable para pensar, recordando Ebla, y a su reina.
Mi paz se ve
interrumpida por un griterío y la llegada de varios jinetes armados.
Soldados a
sueldo: Intuyo en ellos a un grupo de inadaptados sucios. Les observo. Su jefe
tiene aspecto de elamita. Se apea del caballo y comienza a interrogar a los
conductores de los carros.
Una gran cicatriz le corta la cara. Sus modos
bruscos le definen; la inteligencia le es ajena. Todo en él es brutal,
repudiable. Sus hombres le imitan y comienzan a revisar la carga. Mi momentánea
paz llega a su fin. Debo intervenir.
-¡Eh,
vosotros! ¿Acaso olvidaron la buena educación que recibieron de sus madres? O
acaso nunca tuvieran una.
-¿Quién
eres, bravucón?
-El
encargado de cuidar de esta carga. Tú debes de ser el jefe de esta piara de jabalíes.
¿Acaso me equivoco?
-¡Aaah, con
que también eres el gracioso! El último que me insulto de esa manera está
muerto, y los anteriores también.
-Eso me
sorprende. ¿Quién fue entonces el que te hizo esa cicatriz? Oh, sí. Me imagino
que ha de haber sido tu padre: Debe haber pensado que podía arreglarte esa
horrible cara.
-Dime tu
nombre forastero: Me gusta saber el nombre de los hombres que mataré, para
ponerlos luego en su tumba.
-Me
sorprende que un bruto como tú sepa escribir pero te lo diré: SETI de Abydos.
-¡Ah, SETI,
el egipcio en persona! Volvemos a cruzarnos. ¿Qué haces por aquí? Bueno,
realmente no me importa, te mataré. Mi nombre es ZIGGUR, jefe de Elam.
Recuérdalo y háblales de mí a tus dioses cuando te juntes con ellos.
-Déjate de
rebuznos y ¡Pelea!
Qué más
puedo decirles. La lucha dura un abrir y cerrar de ojos. Soy bueno y fuerte y
mi habilidad con la espada es conocida, más que suficiente para el tonto este.
Prefiero no matarlo: No sé qué papel juega en este juego. Espero no
arrepentirme. Lo dejo inconsciente. Sus hombres lo alzan en brazos y se lo
llevan. Los caravaneros y algunos moradores de Alepo salen de su letargo y me
dedican sus hurras y aplausos; y el misterio en torno a mi persona se ha
acabado.
Ahora todo el mundo aquí sabe quién soy.
continuará ...
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jueves, 2 de junio de 2016
SETI, EL EGIPCIO // CAPITULO 140
140 UN MAL TRAGO PARA DUMUZI, UN TRISTE FINAL
PARA UN AMIGO (ANKH)
Por Karlos Dearma.
-Lo mataré.
Arreglaré esto antes de que empeore.
-No puedo
permitirte hacer eso, DUMUZI. Tengo órdenes de mi príncipe. Debo escoltarlo y
protegerle. Tú no interferirás: Es una orden. ¿Acaso no lo comprendes? -La voz
de KHAMOSE es más que grave, espera una única respuesta y DUMUZI no está
dispuesto a dársela. Finalmente habla.- ¿Crees tú, KHAMOSE, que los míos
aprobaran el acuerdo con SALMANASAR?
-Déjame
responder al egipcio, DUMUZI. La respuesta es no.-La que interviene es THERA,
la guerrera escita.-A los ojos del asirio somos unos traidores. No lo dejaremos
salir de aquí con vida. Déjalo en nuestras manos. Puedes decirle a tu príncipe
que cumpliste con tu deber: No tiene por qué saber la verdad.
-No puedo
hacer eso y lo sabes. Son órdenes de mi príncipe. No harán algo así mientras
este bajo mi responsabilidad.-KHAMOSE es contundente. Pero no creo que pueda
lograr algo.
-Ese lobo
sanguinario mato a mucha de nuestra gente, y también aquí en Saq. BEBTI ha
cometido un error.
-No
solamente cometió un error, ANKH. Nos ha traicionado por un poco de Oro. Porque
de eso se trata. ¿No es así?-Los pareceres de mi jefe, AMUN, logran silenciar a
KHAMOSE, que no esperaba esa sentencia; y al resto de los conferenciantes, pero
no mucho. La escolta del asirio aparece ante nuestros ojos.
En solo un
instante estará aquí. AMUN sale fuera de la tienda en silencio. Un mensajero
egipcio llega por delante para dar la novedad a KHAMOSE. Los mercenarios
permanecen en silencio y mirándose entre sí. Luego todos salimos de la tienda a
esperar.
De a poco
las figuras en sus caballos se van agrandando, como en un espejismo, hasta
adquirir un tamaño real. Somos testigos de llegada del rey de Asiria en
persona. Sin bajar de su caballo se detiene a unos pasos de nosotros. Su
aspecto sucio no le quita nada de su semblante maligno y desafiante: Ha
vencido. Y no me refiero a la guerra. Era un asesino condenado a muerte, un
sentenciado que recobro su libertad. Venció, a su manera pero venció.
-¡Vaya,
vaya! Pero que pequeño es el mundo. Mirad quienes están por aquí.-Nos regala
una sonrisa. ¿Por qué no habría de hacerlo? Puede estar más que satisfecho. Nos
ha ganado.-No esperaba volver a verlos tan pronto. La vida tiene giros que a
veces son insospechados. Mi capturador, AMUN, y mi capitán, DUMUZI de Mari. ¿Acaso
has venido a escoltarme?, veo que tus amigos te han encontrado. Pero ¿Qué significa esa mirada? ¿No estas
contento de verme? Algo muy malo sucede aquí: ¿Sera que tú también me has
traicionado, igual que los otros?
-No tuve la
oportunidad, SALAMANASAR, no llegue a traicionarte y estoy arrepentido de ello,
lo sabes: ZIGGUR debe de habértelo dicho. Casi logra acabar conmigo. Arreglaré
las deudas con el elamita en algún momento. Pero lo primero: ¡Tú eres el que
debería estar preocupado!
-¿Y por qué
habría de estar preocupado, DUMUZI?
-¡Me las vas
a pagar, te lo aseguro asirio!
-¡Oh, por
favor! ¡No seas rencoroso! Cuando me entere de lo que había sucedido entre
ustedes era muy poco lo que podía hacer. Créeme. Te quería como a un hijo.
Lamento que estos malos entendidos nos separen. Además, fui ofendido por los
tuyos. Debería estar enojado y, sin embargo, no lo estoy. Deberías saber
perdonar. Como yo. Ahora estamos en paz. Mi hermano la ha comprado a un buen
precio. Y tu príncipe está de acuerdo con ello.
El asirio
lanzo una risotada. Nadie, ni entre los suyos, ni entre los nuestros, le
acompaño en la gracia. Los hombres de aspecto duro que le acompañan se
mantienen erguidos y atentos. Veo sus manos apoyadas de manera firme sobre sus
espadas. Las guerreras escitas los observan con cara de pocos amigos. MONGO
aparece por allí para ser testigo de la escena, esgrime un largo y
despreocupado bostezo y se sienta en el piso.
Lo que sucedió después no me lo
esperaba.
Una ráfaga
corto el aire. Aquello fue como un rayo seguido de su estruendo pero las
consecuencias peores. La flecha cruzo la distancia que nos separaba de
SALMANASAR de manera lenta, fatigosa, como cansada; brillando a la luz del Sol,
como un refucilo. Alcance a ver a mi jefe soltando el arco y sacando la espada.
Luego el dardo agresor entro en el pecho del asirio, que la observo sin
comprender. Con rostro estúpido.
Se inclinó
sobre su montura, sin llegar a caer, escupiendo un borbotón de sangre.
DUMUZI y
las escitas sacaron sus espadas. Los guerreros asirios hicieron lo propio,
tomando el caballo de su jefe para alejarlo de allí.
También saque mi espada y
pronto todos estábamos envueltos en un combate singular, y a muerte.
La confusión
nos envolvió. El encuentro duró poco. Vi caer hombres por ambos lados, heridos
y muertos. También les di muerte a algunos de ellos. KHAMOSE intento detener la
lucha, algunos egipcios le obedecieron. Los asirios abandonaron el fuerte,
llevándose a su rey.
Unos meses pasaron hasta enterarme que SALMANASAR murió
dos días después. Pero eso no me importo. El cadáver de mi amigo, AMUN de
Tanis, estaba entre nuestros caídos. Corrí para auxiliarle pero fue inútil. Mi
corazón se sobrecogió y la pena oscureció mi existencia. Ese joven, al que le
reproche tantas cosas, era un ser humano superior, alguien a quien quería como
si fuera yo mismo. Había perdido a un hermano.
continuará ...
domingo, 15 de mayo de 2016
SETI; EL EGIPCIO /// CAPITULO 139
139 LA SORPRESA DE SAQ (ANKH)
Por Karlos Dearma.
Regresamos
al Delta. AMUN parece satisfecho, y, yo no lo estoy. Tal vez solo mi dura
cabeza negra de Nubia sea la que me mantenga por aquí. Lo mejor sería ponernos
a salvo. Cien mil guerreros por enemigo son un buen motivo.
Estamos a un
trote de Saq, caminando unas horas por delante del resto del cuerpo mercenario.
DUMUZI de Mari y las hermanas escitas nos acompañan. MONGO las observa de
manera demasiado lasciva: Le doy un golpe y le advierto que tenga cuidado.
Bueno: Las rubias no están nada mal. Pero no es cuestión de enemistarnos con
nuestros nuevos aliados, y más si son las hijas de su jefe. AMUN me mira con
aire de desaprobación:
-¡Deja en
paz a MONGO! ¡No eres ningún profeta de la castidad, ANKH!
¡Dioses!.
Además de ser un tipo demasiado honesto, le gusta hundir el dedo en la llaga.
Intento cambiar de tema.
-AMUN,
¿Crees que la reina NAGA me perdone por ser nubio?
-ANKH, Creo
que te cortara las pelotas y las pondrá a freír en aceite. Luego tal vez te
perdone la vida. Y en ello posiblemente tenga que ver tu condición de nubio.
El oasis de
Saq luce igual que siempre: como un monumento dedicado al tedio. Ni siquiera el
humor verde de un egipcio lo cambia: Un gran charco, rodeado de palmeras y
desierto habitado por animales ponzoñosos. Espero que nuestra parada dure poco.
Prefiero la pelea a esto, o la vida en la ciudad.
Una gran
nube de polvo se alza cerca de las fortificaciones, al Oeste. El fenómeno nos
sorprende. No deja de ser extraña la
visita de un grupo grande de jinetes provenientes del delta. AMUN nos pide que
apuremos el tranco: Tal vez KHAMOSE sepa algo más al respecto.
Apenas un
rato después entramos al poblado. El comandante sale a recibirnos. AMUN baja
del caballo y lo saluda. KHAMOSE nos invita a su tienda. El semblante del
soldado es sombrío. Como el de alguien que está por dar una mala noticia. No me
gusta el ambiente. AMUN logra intuir algo.
-KHAMOSE,
será mejor que sueltes lo que tienes por decirme. Las malas noticias es mejor
darlas rápido.
-Muy bien,
AMUN. Veo que no puedo ocultarte mi descontento. Esperamos la llegada de una
embajada de Asiria. Deben ser ellos los que se acercan. Mi misión será
escoltarlos hasta que abandonen Egipto.
-¿Que tiene
eso de malo? ¿Acaso me dirás que firmamos un tratado de paz con esos asesinos?
-La paz
después de tanta muerte no sería lo malo, AMUN, mi amigo. Demasiada guerra ha
tenido Egipto. Nuestro príncipe, BEBTI, ha pactado la liberación del rey de
Ashur: Es el mismo SALMANASAR el que viene camino hacia aquí con su escolta.
Está por llegar.
La noticia
nos sorprende y nos llena de estupor y espanto al mismo tiempo: El criminal
pérfido al que tanto costo vencer y capturar, ahora liberado por un pacto
espurio entre cortes. DUMUZI y mi jefe se miran. No es difícil adivinar el odio
que corre por sus venas.
continuará ...
miércoles, 4 de mayo de 2016
EL CUERVO (CUENTO CORTO)
EL CUERVO
Por Karlos Dearma.
La silueta de tres mástiles manifestaba, a los ojos de quienes podíamos admirarla, su rara magnificencia, oponiendo su lobreguez a la claridad de la luna. Todo en aquel barco era fantasmal, y la entera bahía parecía estremecerse ante esa presencia tenebrosa. En la cubierta pude observar el movimiento de hombres culminando con la maniobra. Un instante después, El Cuervo lanzó el ancla, que se hundió, profundo en el mar, enviando al aire una nube salada de burbujas y espuma.
Todos en la isla Tortuga conocían las historias acerca del navío, su tripulación maldita, y su no menos temido capitán. Decenas de veces sus hombres y mujeres se habían lanzado al abordaje, otras tantas habían saqueado a cualquier presa que estuvo entre sus manos. Varias veces estuvieron a punto de caer, es cierto, y otras tantas habían logrado escapar de las armadas inglesa y española. Como cuando su capitán, el inefable Charles Hendricks, perseguido por tres navíos de la Armada Real Británica, huyó a través de un huracán cerca de Barbados: Solo El Cuervo logro salir indemne del trance.
Todo pirata, que se preciara de tal, quería formar parte de su dotación. Pero aquella posibilidad era un tesoro reservado para pocos, solo las mujeres y los hombres más feroces, pues las condiciones de admisión impuestas por su jefe eran de las más duras.
Desde que había abandonado las calles de Londres, para embarcarme como grumete en un navío mercante, a mis jóvenes 14 años, había deseado obtener un tesoro parecido a ese. Las extrañas circunstancias de la vida habían hecho caer a mi nave presa de los bucaneros; todavía más extraña había sido la casualidad de no compartir la muerte con mis compañeros de infortunio: El grumete de la nave pirata había muerto en la refriega, y, el ancho capitán del Cazador, Owen Mason, me ofreció el puesto a mí; como podrán darse cuenta, fue imposible decir que no.
Eso me permitió salvar el pellejo, llegar hasta Tortuga y trocar mi vida anterior de vagabundo por la de pirata.
Las condiciones como tripulante del Cazador distaban de ser las ideales. Es por ello que andaba a la búsqueda de una alternativa. El Cuervo parecía una buena opción, solo que debía escapar de las garras de Mason, intentar dar pruebas de valor a Hendricks, y, entonces, tal vez, tuviera una oportunidad.
Tuve la ocasión la siguiente noche, en La Raja de Oro. La Raja era la taberna más concurrida de la isla, y, suponía, hacia allí se dirigirían los marineros del Cuervo, incluido su capitán. Llegué temprano y el ambiente era festivo; todos bebían alegremente. Vi a Hendricks en una mesa bebiendo ron, solo. Pensé en la manera de acercarme pero tenía miedo de la leyenda y eso me contuvo.
Algo llamó mi atención: Otro hombre, que bebía solo y permanecía serio, parecía el único allí dentro que no se divertía; su expresión era de odio, más bien parecía estar acechando al capitán del Cuervo.
Se puso de pie y se dirigió a la mesa de Hendricks, sin que este lo viera. Vi que llevaba su mano a la empuñadura de una daga. Corrí para impedir la traición. Me arrojé encima del agresor en el último instante, pero con la mala suerte de recibir la cuchillada en el hombro. Grité de dolor; sentí como mi tibia sangre brotaba del tajo.
Cuando se preparaba para matarme, una espada lo atravesó. Era Hendricks. Me había salvado la vida y yo a él. Con voz grave, me dijo:
-Debo darte las gracias. ¿Quién eres?
-Mi nombre es James Rock y quiero ser parte de su tripulación.
continuará ...
Este cuento participa del concurso organizado por "EL CIRCULO DE ESCRITORES" llamado "PIRATAS ... ¡AL ABORDAJE!"
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