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miércoles, 30 de noviembre de 2016

SETI, EL EGIPCIO /// CAPITULO 144



144   MUWATALLIS AL RESCATE (ARNUWANDA)
Por Karlos Dearma

Quedo a solas con un centinela y el mensajero del rey, que permanece en la penumbra.

 Observo el lugar de mi encierro y estudio las posibilidades de escape que tengo: Casi nulas. Solo un agujero en lo alto de la celda, cerrado con rejas y por el cual se mete el aire frio de la noche, y la puerta de entrada. Piensa ARNUWANDA, piensa. No es la primera vez que te han pillado. Estos muros no pueden encerrarte.

-¿Acaso piensas escapar? Sera mejor que lo olvides: Nadie huye de la prisión de EA-TESHUB.- El guardián sonríe con satisfacción, tal vez sea cierto lo que dice. Mejor no pensarlo.

-Siempre hay una primera vez para todo, amigo.-La otra voz, que responde a los dichos de mi guardia, me resulta familiar. Esta vez intento prestarle más atención al mensajero. 

En las oscuridades creo reconocer a la figura. Pero si es… ¡MUWATALLIS! El carcelero lo mira extrañado. Mi amigo sale de la penumbra y le atiza un golpe en la cara que lo deja fuera de combate. Se agacha y comienza a revisar entre las ropas del guardia. Encuentra unas llaves.

-Nos vamos amigo. Tendrás que explicarme como te hiciste encerrar de manera tan tonta.

-Primero salgamos de este horrible lugar.
Abre la puerta y por lo bajo le doy las gracias: No me gustaba la idea de tener que sufrir la tortura. Estoy algo dolido pero entero. Tomo la espada del guardia mientras mi amigo lo mete dentro de la celda. Busco una cuerda y algo que sirva de mordaza. Lo dejamos encerrado.

-No tenemos mucho tiempo, ARNUWANDA. El jefe regresara pronto, cuando se dé cuenta que el rey no lo mando llamar.

-Por los mil dioses de Hatti, MUWATALLIS. ¡Nos buscara toda la guarnición!

-Entonces salgamos con prisa. No tengo un plan. Antes debemos llevarnos a alguien.

-¿Un retraso? ¿De quién se trata, mi príncipe?

-ARNUWANDA, ¡No me digas príncipe! Es una de las rebeldes.

-¿SILOE?

-¿Es así como se llama?

-Sí, jefe: es una de las líderes y no solo eso. Debía intentar liberarla. Pero no puedo contártelo ahora. Mejor vamos por ella, créeme, es importante.

No está muy lejos de allí. Esta débil y por lo tanto no ofrece resistencia. La liberamos y un alboroto se desata en las mazmorras. Son los otros prisioneros. No hay tiempo de liberarlos. Pero mi amigo insiste y les entrega las llaves. No podemos esperarlos. 

Corremos por los pasillos y buscamos el techo de la prisión. Deberemos saltar desde la muralla. No está bien hacerlo sin cuerdas  y no hay mejor alternativa. Sera duro. Piensa ARNUWANDA, piensa. Y cuando pensamos que podemos irnos, alguien nos cierra el paso.

-¡Alto, MUWATALLIS, ¿Adónde vas con la prisionera?!

-¡GUREK, será mejor que no intentes detenerme! ¡Voy a irme con esta mujer y con mi amigo y nadie me detendrá!

-¡No puedo permitirte eso, MUWATALLIS!

-No me obligues a matarte, GUREK.

-Nadie matara a nadie hoy aquí. Soy ARNUWANDA, jefe de Hatti. Escucha, GUREK. Eres hitita al igual que nosotros. Ayúdanos.

-¿ARNUWANDA? ¡Por los mil dioses! Estuve a tu mando en la guarnición de Hattusas. Soy hijo de PUSARRUMAS.

-¡PUSARRUMAS! ¡El heteo más loco y valiente que he conocido! Te recuerdo, eras casi un niño. Escucha: Tu padre es mi amigo, GUREK, ayúdanos a escapar.

-Lo sé. Voy a meterme en un lio. Buscare una cuerda y engañare a los guardias. Ocultaos.
GUREK desaparece en la noche. La alarma ha sido dada para cuando regresa y la sorpresa se pierde. Jinetes y centinelas recorren allí abajo la ciudad de Alepo. Comenzamos a descolgarnos desde la muralla. SILOE y MUWATALLIS primero. Tal vez la oscuridad nos sirva de refugio. Quedo último.

-GUREK, ¿Vendrás con nosotros?

-No, fingiré y me pondré a buscarlos junto con el resto de la guarnición. Nadie sospecha de mí. Los presos liberados están armando un gran alboroto, y eso puede servirles para escapar.  Algunos compatriotas aquí dentro están descontentos. Cuando sepan que estas entre los rebeldes tal vez quieran unirse a ti, ARNUWANDA.

-Gracias amigo. Te debo una.

Me despido del joven con un apretón de manos. Desciendo por la cuerda para sumergirme en las tinieblas. Lo que parece disiparse ahora es mi mala suerte.

continuará ...


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