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lunes, 29 de junio de 2015

SETI, EL EGIPCIO /// Capitulo 91



91  LA MALA SUERTE DE ANKH
Por Karlos Dearma. 

La escolta marcha en dirección al Nilo. Dos centenares de hombres, entre egipcios y nubios. Me siento afortunado de abandonar este desierto de una buena vez: Y hubiera golpeado a AMUN de no traerme con él. 

Dejamos atrás Saq hace cinco días, solo espero ver el Nilo pronto y arrojarme a sus aguas. El único que no parece feliz es nuestro ilustre prisionero. SALMANASAR no solo ha perdido su ejército, su corona y su honor: Tal vez pierda la cabeza también.  Bien merecido lo tiene. 

Debo darle un crédito a mi amigo AMUN por ello, aunque los beneficios hayan sido nulos para mí. KHAMOSE, uno de los capitanes, ha quedado al mando de Goshen. Mi jefe ha tomado la tarea de entregar al asirio personalmente.

MONGO cabalga a mi lado con aire de satisfacción. Son raros los momentos en los que mantiene cerrada la boca: Supongo que el polvo del desierto lo ha disuadido, mejor así. Los hombres parecen exhaustos, agobiados por el calor y el aire asfixiante.

Más adelante encabezan la marcha AZIRA y AMUN. Sería mejor ir con ellos, aquí donde estamos respiramos toda la polvareda de la vanguardia. Apuro a mi caballo, MONGO sin preguntar, me sigue, no podré librarme de él por ahora. Alcanzamos a los que van adelante, AMUN me interroga:

-¿Alguna novedad ANKH?

-Solo resolana y arena y cansancio. No puedo esperar por un baño en el Nilo.

-Pronto llegaremos. Haremos un alto ahora mismo para darles un respiro a nuestros caballos. Iré a ver a nuestro prisionero.

Veo alejarse a AMUN, me ha dejado solo con AZIRA y con MONGO: “Las mejores compañías de la tierra”. No hago más que descender de mi caballo cuando vuelvo a ser increpado por la Goshemita:

-¿Qué hacías?, te vi

-…

-¿Porque estabas mirando mis tetas, no es así?

-¡Dioses! ¡No, AZIRA! ¡No de nuevo! ¡Basta!

-¡Es cierto, los ojos se escapaban de tu cara, y voy a golpearte!

-Eso no sucederá, nunca, aléjate de mí, o estás loca o el Sol te ha hecho muy mal.

-El Sol es mi testigo: ¡Eres una mula lujuriosa de Nubia, ANKH!

-¿Qué es lo que sucede aquí?-Amun regresa en el peor momento.

-Lo que pasa es que…

-¡Me estaba mirando las tetas! ¡Dile algo AMUN!

-…

-¡Los hombres sois todos iguales! Cómplices lujuriosos del esclavismo de las mujeres. Acabaré contigo ANKH, luego de hablar contigo AMUN.

-¡Dioses, dadme un respiro! Esta mujer es terrible.

-Deja de invocar a los dioses, ANKH. ¡Eres un blasfemo!

Me alejo de ellos lo más que puedo, como para no escuchar los gritos de AZIRA. Doy gracias a los Dioses. MONGO me sigue con una sonrisa estúpida en el rostro:

-¿Qué sucede contigo, MONGO? ¿Te burlas, Esperas acaso que te atice un golpe?

-A uste lo ha tocao la mala jefecito, ANKH, a uste lo ha besao un Pazuzu.

-¡¿Qué mala?!

-La mala soerte jefecito, le están pasando cosas raras: Primero la caída del caballo, luego el Oro se escapa de sus manos, y ahora AZIRA, uste necesita de un brujo, un exorcismo, es que ha uste lo ha besado un Pazuzu.

-¡¿Qué?! ¿Un Pazuzu?! A mí no me ha besado nadie. Hace meses que no estoy con una mujer, desde que nos mandaron a ese agujero en el desierto, y solo pienso en eso ¡Los dioses me lo concedan de una buena vez! ¿Qué dices? ¿Y Qué es un Pazuzu?

-¿Hace meses? ¡Claro! Vea que tengo razo. Pazuzu es un demonio.

-¡Con que besado por un demonio! Creo que voy a golpearte MONGO, ¡Estoy rodeado de locos!

continuará ...


miércoles, 24 de junio de 2015

EL AMOR... ESE PERRO DEL INFIERNO /// Capitulo 6



El Amor... ese perro del infierno VI
Por Karlos Dearma. 

Will Smalls era el progenitor de un joven llamado Junior. El vástago pretendía seguir los pasos de su padre en el mundo del hampa. Will no estaba convencido. Sentía el cariño que cualquier padre siente por su único hijo. Pero tenía otros planes para él, y estos no pasaban por la carrera de la delincuencia. Deseaba que Will Junior siguiera sus estudios en abogacía y así, tal vez entonces, acercarlo a su mundo, pero como un hombre de negocios.

El muchacho no quería estudiar, ambicionaba el ser un “soldado” más en la banda. Era un luchador callejero nato, probado en muchas riñas. Le gustaban las acciones temerarias y desmedidas de los tipos duros como su padre, le admiraba.  Ese día en que Will decidió subordinarse a la autoridad de Auggie se lo reclamo:

-Padre, déjame ir contigo. Sé cómo comportarme.

Will no escucho a un hombre en él, escucho a un niño. Sus ideas eran otras, aun así no pudo dejar de sentir cierto orgullo por el muchacho, en el cual se sentía reflejado como un espejo. Le respondió meneando la cabeza:

-No eres un cobarde hijo, lo sé. Y me alegro. Pero habrá tiempo para estas cosas, lo prometo, hoy no es el momento.

El joven se sintió humillado pero no desobedeció. Algo en el tono de voz de su padre termino por convencerle. Agacho la cabeza, se despidió de Will y regreso a casa como su padre lo pidió. Ninguno de los dos suponía que sería la última vez que se verían con vida.

Will Smalls preparo a cinco de sus hombres y partieron juntos en dos autos a la búsqueda de Callahan, tal cual Meyers les había ordenado.

Mientras tanto, en la casa, Ringo esperaba su futuro próximo con ansiedad. Sabía que lo iban a entregar a Meyers. Su tiempo parecía haberse acabado. Para él quedaba solo la incertidumbre del destino que podría fijarle Auggie. 

El alemán repartió a sus hombres por la casa, colocándolos en lugares estratégicos. Kurt en el techo, su hermano Rolf Heinrich en una de las ventanas y el otro hermano, Michael, en la puerta. Tensos minutos se sucedieron mientras la morena Rebeca fumaba un Marlboro tras otro, arrojando el humo con desdén y escudriñando burlonamente a Richard.

Al final los dos autos se detuvieron frente a la residencia de Hank. Los matones descendieron, Bukowski se asomó a una de las ventanas y despreocupadamente salió al Jardín acompañado por Rebeca, y Michael arrastrando a Callahan, amarrado como estaba con sus manos por delante. La visión sacó de quicio al alemán: ¡Will Smalls, que demonios hacia aquí! Envalentonado por el alcohol, lo increpó:

-Will, rata traicionera: ¿Qué haces aquí? ¿Dónde está Meyers?

Will también se sorprendió e instintivamente dio un paso atrás. Ninguno de los dos sabía que iban a encontrarse. Ambos habían sido amigos y socios hasta que Smalls se quedó con unos dineros indebidos,  y la mujer de Hank; el alemán nunca se lo perdonó. Juró que lo mataría. Auggie no lo sabía cuándo lo envió allí y ese fue su error. Will intentó mostrarse conciliador:

-Escucha alemán. Meyers me envío por Callahan, dejemos ahora de lado nuestras diferencias, luego podremos hablar.

-¿Con que quieres hablar? ¿Vas a pedir perdón? ¡Maldito hijo de perra, debería matarte ya mismo!

-Será mejor que te calmes. Entrégame a Ringo y ya. Olvidaré tus insultos.

Hank, lejos de amedrentarse, le apuntó a Will con su Luger. Smalls retrocedió otro paso y sus hombres sacaron las armas. Rebeca se asustó y miro con miedo a Richard, que no llegaba a comprender del todo lo que estaba sucediendo. Unos segundos trascurrieron lentamente, con todos observándose entre sí  y sin atinar a hacer nada. 

Luego sucedió algo inexplicable: Uno de los hombres de Smalls, asustado, le descargó un escopetazo a Michael Heinrich, volándole literalmente la cabeza de los hombros. El cadáver cayó de rodillas, accionando el gatillo de la ametralladora Thompson que llevaba en sus manos: Una lluvia de balas roció  uno de los automóviles matando a su chofer, que murió golpeando su cabeza contra el volante. Callahan alcanzó a rodar por el suelo, evitando ser herido.

Los otros Heinrich, horrorizados por la muerte de su hermano, comenzaron una balacera contra los hombres de Will que respondieron los disparos, refugiándose tras los autos.

La siguiente en caer fue Rebeca, que quedó atrapada en la línea de fuego y fue acribillada. Su cadáver cayó entre las flores del jardin. Ringo se arrastró hacia ella y, luego de constatar con pesar que estaba muerta, le sacó el calibre 32 que traía encima, hiriendo de varios disparos al propio Smalls.

Pudo incorporarse y esquivando las balas corrió hacia una de las ventanas, saltando dentro de la casa buscando refugio; a salvo se reunió con Bukowski que había recibido un balazo en el brazo derecho. Este lo desató y puso en sus manos una pistola Colt y varios cargadores.

La gente suele cambiar de opinión con una rapidez asombrosa, pensó Richard. 

Los números se habían emparejado y el tiroteo continuaba.  Pero no por mucho tiempo. Los guardaespaldas de Smalls subieron a su jefe malherido a uno de los autos y, sin perder tiempo, huyeron de la escena.

Callahan le saco un paquete de cigarrillos al alemán del bolsillo delantero de la camisa. Encendió con pereza uno, aspirando de manera varonil su humo, tratando de saborear el gusto para luego fabricar una aureola en el aire. Con mirada triste recordó a Rebeca. La reyerta había terminado.

FIN DE LA PRIMERA TEMPORADA
 

lunes, 22 de junio de 2015

SETI, EL EGIPCIO /// Capítulos 89 y 90


89  LA INUNDACION
Por Karlos Dearma.

Llegamos a Tebas con la inundación. No hay mucho para hacer, solo permanecer dentro del recinto de la ciudad: En los próximos meses los campos permanecerán anegados. Y La única forma de salir de la ciudad será en barco. Me despido de IB, le prometo volver a verlo en dos días y marchamos a casa de AMENHOTEP.

KHUFU está contento, la ciudad bulle de festividades; es tiempo de devoción y honores a los dioses. Los sacerdotes preparan las celebraciones, dignatarios supervisan los trabajos, grupos de soldados controlan que todo permanezca en paz. Caminamos por las calles apiñadas de campesinos, artesanos y comerciantes borrachos. La capital está de fiesta.

La paz ha regresado a Egipto. Las noticias de Nubia parecen confirmarlo: Sé que no es cierto, la guerra aun no dejara descansar a esta tierra. Pero estoy ya fuera de todo ello. 

Creo que voy a darle una sorpresa a AMENHOTEP y a su familia; debe tener noticias de lo sucedido en Nubia, quizás me espera. Llegamos a su puerta. Nos anunciamos con uno de sus criados: Cuando escucha mi nombre me franquea la entrada sin hacer preguntas. Nos conduce a una estancia y desaparece buscando a su amo, mi amigo.

Agitado AMENHOTEP hace su aparición. Viene a mi encuentro abrazándome, le devuelvo el saludo. Sus hijas y esposa corren a recibirme. Es bueno estar nuevamente entre amigos. 

Hago las presentaciones con KHUFU. AMENHOTEP nos lleva a otra estancia más privada, nos ponemos cómodos, tenemos cosas de que hablar. La esposa de mi amigo se va con las niñas haciendo un guiño cómplice.

-¿En qué pensabas poniéndote en contra a faraón?

-TUTMOSIS enloqueció. Tal vez haya sido el sol de Nubia, no lo sé. Desato una masacre incomprensible. No fue difícil dejarle atrás.

-Siento tener que decirte esto pero creo que lo mejor para ti es alejarte de Egipto, poner distancia del faraón.

-Tienes razón, aunque ahora tiene un problema mayor del cual ocuparse: La reina NAGA y su ejército. Caerá sobre él.

-¿Con la inundación? Sería una locura.

-Eso mismo pensé pero NAGA es muy astuta, algo se tiene entre manos, lo sé. Aún quedan muchos por morir.

-Lamento oír eso.

-Yo también. Llegará a Tebas si se lo propone, si vence a TUTMOSIS nada la detendrá. No será sino al final de la estación de la inundación. Si eso sucede huye con tu familia AMENHOTEP, ponles a salvo.

-¿No harás nada para alertarle?

-No. Quería ponerte sobre aviso a ti. Me iré muy pronto.



90  COMIDA EN ARZAWA
Por Karlos Dearma.

La mesa se ha servido de manera abundante, la completan manjares de todas las regiones de Arzawa: Carnes, verduras, frutas y mucho vino. Comemos y bebemos largamente. Alrededor se sientan LUWIYA, su hijo DAROS y algunos de sus lugartenientes. 

ARNUWANDA come, devora diría, como si fuera la última cena de un vagabundo, SAROK no se queda muy atrás. Mi abuelo conversa animadamente con el rey de Arzawa:

-¿Te ha contado SAROK acerca del destino de tu hijo?

-Sí. TELEPINU siempre tuvo un mal temperamento, fue la peor herencia que pude haberle dejado. Su madre partió pronto, no pudo torcerlo. Y no fui un buen padre: me distraje en guerras inútiles por el honor de Hatti y no me ocupe de lo principal, mis hijos. Cuando les deje terminaron destrozándose entre ellos por un trono vacío y una corona de Oro que nunca use, no estoy orgulloso de mi obra.

HATTUSILLI queda en silencio, como masticando sus palabras, tiene la mirada fija en un punto distante. Su aspecto es sombrío: El pasado parece ser una pesada carga para él, o por lo menos el pasado familiar. 

Luego levanta una copa de vino y la bebe lentamente. LUWIYA, que ha interpretado ese estado de ánimo, igual que yo, intenta cambiar el tema: 

-Dime HATTUSILLI: ¿Que fue de tu amigo, el egipcio loco ese?

-Esperaba reunirme con él pronto LUWIYA, el pasado otoño fue a por unos asuntos con sus amigos en la tierra de los dos ríos.  Quedamos en encontrarnos por Apasa en los comienzos de la primavera: Lleva más de un mes de retraso.

-Tal vez esté a punto de llegar.

-Eso es raro, como cualquier buen egipcio suele ser muy puntual.

-No es tiempo de preocuparse por él aun HATTUSILLI. Ya aparecerá.

-Debes tener razón rey. Tal vez se haya emborrachado en algún lugar entre aquí y las ciudades sumerias. Hay muchas y sus cervezas son de las mejores.

-¡Ja! Tienes razón. Y no te olvides de sus hermosas mujeres.

Pero mi abuelo hace una pausa: No está muy convencido de sus dichos, lo suyo es turbación. No le conozco suficiente pero puedo darme cuenta. LUWIYA parece satisfecho con su “nuevo” invitado y el vino le ha dado renovadas ganas de conversar:

-Espero que el egipcio no haya sido tan tonto como para atravesar por las tierras de EA-TESHUB. Ese forajido devenido rey gobierna con mano dura Alepo y tiraniza a sus moradores. Solo llegan noticias terribles desde allí: Sus guerreros aterrorizan a los pobladores, los viajeros evitan esa comarca con temor. Recuerdo que ustedes dos le humillaron más de una vez.
 
El rostro de mi abuelo se transforma al oír esto. Su faz se enrojece, su ceño se frunce, sus ojos parecen salir de sus orbitas, el gesto entero es de ira. Ese nombre, EA-TESHUB, le ofende. Estalla como un volcán en erupción:

-¡Oh Dioses! ¿Podría ser tan tonto el egipcio como para “acortar” camino por allí?

-No lo sé. ¡Tú le conoces mejor que yo HATTUSILLI!

-¡Lo es! No conoce el miedo, el egipcio ese es tan temerario como tonto. Puede estar en problemas.

Veo a mi abuelo reflexivo, como decidido a hacer algo al respecto. Con curiosidad intervengo por primera vez en la conversación:

-He escuchado hablar por un rato del egipcio y en ningún momento nadie menciono su nombre ¿Cómo se llama?

Mi abuelo, sumergido como esta en sus pensamientos, parece no oírme. Su rostro ceñudo es de preocupación, por su amigo. Finalmente parece emerger nuevamente a la realidad. Me mira y con voz sorda contesta:

-SESOSTRIS.

continuará ...

miércoles, 17 de junio de 2015

EL AMOR... ESE PERRO DEL INFIERNO /// Capitulo 5




El Amor... ese perro del infierno V
Por Karlos Dearma.

Golpeó la puerta con insistencia pero nadie salió. Así eran las cosas con el alemán Bukowski: O volvías otro día o derribabas la entrada. No había tiempo para lo primero pero antes de llegar a lo segundo, Ringo, le pego una vuelta a la casa. Descubrió una de las ventanas abiertas y por ella se deslizo como un gato. 

La oscuridad más espesa lo recibió, busco la llave de la luz para ahogar sus negruras. 

Cuando la encontró apareció, ante él, un paisaje devastado. Dentro todo era gran desorden y mugre: Papeles y restos de envoltorios de comida regaban los pisos y las habitaciones; camino por un pasillo, pateando botellas vacías de cerveza y vino, buscando al alemán. Hizo silencio para escuchar sus estentóreos ronquidos en una estancia cercana. Y hacia allí se dirigió. 

-¿Alemán?

No obtuvo respuesta, Hank Bukowski dormía en un sillón, como un oso hibernando, abrazado a una botella de whisky. Intento despertarlo atizándole un golpe en la barriga: Solo lo hizo toser un poco. 

Lo cacheteo un tanto como para hacerlo reaccionar, no logro resultado. El borrachín no estaba para nada ni nadie más.

Decidió ponerse a buscar lo que necesitaba. Paseo por las habitaciones de la casa y no encontró ningún arsenal. ¿En dónde estaban las armas? Buscó y buscó. 

Detrás de unas cortinas apareció de pronto una puerta disimulada. La empujó y encendió una bombilla que le revelo una escalera descendiendo a un sótano. 

Bajo por ellas sin dudar y allí estaba el arsenal de Bukowski, muchas cajas. Hank se había hecho una reputación como traficante y sus contactos le dieron carta blanca para actuar: Para ello debió sobornar a mucha gente pero su negocio era próspero, al menos por ahora.

Callahan comenzó por abrir los cofres y pronto junto lo que necesitaba. Un par de ametralladoras Thompson con cargador cilíndrico, granadas mk1, munición calibre 38 y el tesoro oculto del alemán: Pistolas Luger. 

La cantidad de armas le hizo distraerse por un momento, por lo cual no llego a advertir la presencia de Bukowski a sus espaldas.

Se dio vuelta pero era tarde: Hank le aplico un golpe en la barbilla que lo desequilibro. Cayó hacia atrás dando un tumbo contra las cajas de unos fusiles belgas. Atontado, intento levantarse para recibir un nuevo golpe que lo durmió.

Tal vez pasaron unas horas después de ello. Cuando despertó estaba amarrado a una silla como al comienzo de todo. Esta vez el panorama distaba mucho de ser agradable. Ninguna rubia estaba por allí para salvarle. 

Rebeca Meyers estaba sentada junto a él con una pistola en la mano. Seguramente el alemán la había liberado del maletero del Chevrolet. La morena sonrío, los papeles se habían invertido.

-¿Pudiste dormir bien, cariño?

-He tenido mejores siestas. ¿En dónde se metió el alemán cabrón ese? Tengo ganas de devolverle los golpes que me dio.

-Eso deberá esperar. Ahora lo envié a buscar a mi hermano. Auggie llegará de un momento a otro.

-¿Te aseguraste de que no pase por la cocina antes? Tenía por allí una despensa llena de whisky.

-No creo que sea tan tonto como tú.

Tampoco Richard lo creía. Pero eso renovaba sus esperanzas de salir nuevamente con vida.

Mientras tanto Hank había hecho la llamada correspondiente: No tenía ganas de enemistarse con los Meyers. Matar a un policía no era la mejor opción pero la balanza se había inclinado en contra de Ringo. Auggie estaba en camino, llegaría con sus hombres de un momento a otro. 

Ni bien corto, Bukowski llamó a sus muchachos: Era mejor ser prevenido y los hechos que se sucedieron después justificarían esa cautela. Más rápido que pronto se hizo presente uno de sus guardaespaldas, otro alemán, gigante como un dios nórdico, de aspecto brutal, Kurt Heinrich. 

Mientras abría otra botella de whisky, Hank le ordenó armarse “por las dudas”. Kurt y otros dos de los soldados de Bukowski bajaron las escaleras que llevaban al sótano, regresando armados con ametralladoras y pistolas.

No tan lejos de allí, en la residencia de las colinas, Auggie y Will Smalls cerraban un trato. De ahora en más, ambas bandas estaban unidas, y, Meyers era el nuevo jefe. Pero como tal cometería su primer error: Enviar a Will a por Callahan. 

Leer siguiente: Capitulo 6 ... 

viernes, 12 de junio de 2015

HELENOS EN TROYA


HELENOS EN TROYA
Por Karlos Dearma.

La Guerra de Troya ha despertado, en todas y todos aquellos que han leído los versos de Homero, la imaginación heroica de muchas generaciones: El rapto de Helena por Paris, los celos de Menelao y la ira de Agamenón, la expedición de los griegos con sus barcos lanzándose al mar, los combates entre héroes y la valentía de Héctor, los caprichos y el dolor de Aquiles ante la muerte de Patroclo, y, al final, el pérfido caballo.

Pero antes de continuar con esa historia es mejor que me presente. Nací como Francisco Berazategui; mi padre era un humilde herrero, español de nacimiento, que dejo su patria a fines del XIX para hacer la América. Cuando era niño me enseño el oficio que, nunca pensé, ejercería en la vieja Micenas.

La historia acerca de mi viaje en el tiempo pues tiene sus comienzos allí en la herrería de mi progenitor. Fue cuando un extraño visitante se hizo presente buscando un empleado para hacer reparaciones en la casa que rentaba a mis vecinos, los Zubizarreta. El profesor Luis Drago tenía aspecto de loco y un poco chiflado estaba, pero era un genio.

Mi padre le ofreció mis servicios, a cambio recibiría algo de dinero y clases de ciencias.

Comencé por estudiar con don Luis el idioma griego, una experiencia martirizante. Recibí clases de matemáticas, física y otros muchos conocimientos científicos. No entendía muy bien la utilidad de todo ello pero era joven, todo se aprende más rápido y no se me ocurrió cuestionarlo.

Al cabo de un año me había transformado en su asistente y según mi maestro estaba listo. Drago me mostró su “invento”: La máquina del tiempo. Sería el primer viajero que regresaría al pasado. Me hablo de la trascendencia del hecho y de su importancia para la ciencia; me convenció de que no había peligro para mi persona, mintió. Sin embargo, yo acepté. Fui lanzado entonces hacia el pasado a la velocidad de la luz, montado al ingenio creado por don Luis.

El aparato resulto destrozado pero conseguí llegar a las arcaicas tierras griegas. Me instalé en Micenas: Una gran ciudad amurallada, habitada por personajes importantes, guerreros, comerciantes y grandes artistas de los que aprendí mucho. 

Trabajaba como artesano del metal y, en mi condición de tal, fabriqué muchas de las armas que hirieron y mataron en aquella infame guerra. Es por eso que su rey me arrastro tras de sí en su campaña contra Ilion: Le era útil. Me vi entonces navegando la mar hacia unas tierras que, en aquel momento, me eran extrañas, tras una guerra en la cual nunca quise participar. Sentí que, por su tremenda importancia, no tenía alternativa.

Fui testigo de cómo la orgullosa ciudad de Troya ardió. Acompañé a Menelao, en medio de la destrucción, a la búsqueda de su amada Helena y en una oscura habitación de palacio me sorprendió la verdad de tan ominosa matanza. No existía tal Helena sino un joven y bello muchacho, travestido, llamado Helenos. Los griegos siempre tuvieron gustos particulares en cuanto a lo sexual y Menelao no era una excepción.

Cuando volví a Micenas conseguí reparar la maquina pero nunca regrese a mi época. Siglos después tuve una polémica con Homero en torno a esta rara cuestión.  No me creyó en los siguientes términos: “Aun si fueras un viajero del tiempo y hubieras sido testigo, como dices, no me atrevería a cambiar la versión de los hechos por todos conocida, porque ello traería una enorme vergüenza a todos los griegos”. 

Por culpa del honor y el orgullo heroico, la verdad sobre Troya termina siendo esquiva.


Este relato participa del concurso de relatos "La maquina del tiempo" organizado por "El Circulo de Escritores"




martes, 9 de junio de 2015

SETI, EL EGIPCIO /// Capítulos 87 y 88




87  MALAS NOTICIAS PARA ANKH
Por Karlos Dearma.

El ejército del asirio se ha desmembrado, los soldados a sueldo han recibido su paga y tengo a SALMANASAR bien encerrado. 

Los cuerpos mercenarios se han retirado y hasta los soldados del rey de Asiria se han ido. Las cosas no podrían ir mejor. Eso está lejos de conformar a ANKH que sigue enojado, ya se le pasará, o eso espero:

-Dime AMUN: ¿No podríamos haber guardado algunos sacos de Oro para nosotros?

-No.

-¿Crees que a TUTMOSIS le importaría perder unas bolsas de Oro? Después de todo tiene el oro de Nubia. Y los mercenarios tampoco se hubieran dado cuenta. TUTMOSIS está lejos, Tebas está lejos, el ejército de SALMANASAR o lo que quedo ya está lejos, hasta nuestro amigo SETI está lejos.

-ANKH, No tengo ganas de ahorrarme unas pepitas si es que de comprar la paz se trata. Las he gastado más que bien, sé que con esto no te conformarás pero al cabo no me importa.

-¡Oh Dioses! Ya lo sé. Tengo la impresión de estar al mando de un tonto. Y, por culpa de ello, seguiré siendo pobre el resto de mis días.

-¡Siempre lo has sido! ¿Porque preocuparse ahora? No esta tan mal. La riqueza no es la única fuente de felicidad, créeme. Aunque pensándolo bien: Tal vez hayas elegido el bando equivocado.

-¡Es cierto! ¡Te burlas de mí! Debí irme cuando pude ¿Que hago aquí escuchándote? ¡Oh, Dioses!

-Deja a los Dioses en paz, ANKH.


88  MALAS NOTICIAS PARA MURSHILLIS
Por Karlos Dearma.

-¡¿Qué LUWIYA se hizo con MUWATALLIS?!  ¿Cómo pudo suceder?

-Su hermano se entregó, Excelencia.

-¿Cómo que se entregó? ¡El maldito! Esto esta muy mal, cuando se enteren los heteos, tendré mas de un problema.

-¿Qué tan malo podría ser?-ZIDANTA no entiende de las cuestiones elementales de la política.

-No confío en mi pueblo: Ellos le amaban y le creían muerto. Eso es lo malo. Ahora sabrán que les mentí.  ¡Me robo legitimidad, acaso no te das cuenta!

-Esa no es la única mala noticia.-SHUBILULIUMA, que permanecía en silencio, habla, desde el principio de la reunión note su estado de impaciencia por quebrar la tranquilidad de mi reinado.

-¿De que se trata? Habla de una vez.

-Tu abuelo, HATTUSILLI. Nuestros espías dicen que esta vivito y coleando.

-¿HATTUSILLI, te crees gracioso? Hace años que murió. ¿Cómo puede ser eso cierto? A falta de un muerto vivo, ahora tengo dos.

-Es verdad mi Rey, las fuentes son confiables: Esa rata inmunda esta viva y juro que volvería para matarme.

-Le han visto en el campamento luvita.-LABARNA fastidiado y preocupado, esta menos feliz que SHUBILULIUMA con la noticia.-También juro que me mataría.

-Tal vez los años le hayan morigerado el odio hacia ustedes.-ZIDANTA no cree ni mínimamente en lo que dice.

-Deja las bromas para otro momento ZIDANTA, esto no me gusta nada. ¿Qué interés pueden tener en juntarse esos dos? No creo que sea el amor de abuelo y nieto. Pero decidme: ¿Qué le habéis hecho? ¿Por qué quiere liquidarlos? Contadme. Era muy joven para conocer esa parte de la historia.

-Casi me mata la última vez que le vi.-Ahora el que interviene es el viejo HATTILI habla poco pero cuando lo hace es breve y preciso.-Se opuso a dividir el botín de las guerras contra los escitas entre los príncipes, quería que fuera para los soldados, tu padre (y nosotros también) estábamos cansados de él, sus desprecios para con los nobles  y su “devoción” por el pueblo, que nos ofendía: En un rapto de cólera golpeo a tu padre delante de todos, TELEPINU mando matarle con la aprobación de los otros jefes. No lo logramos, mando a algunos cuantos a la tumba y escapo lanzándonos maldiciones. Fue TELEPINU el “inventor” de su muerte.

-Con que esa es la historia. ¿Por qué rayos no me lo dijeron antes? Me hubiera gustado ser más original con la “muerte” de mi propio hermano.

-Las mentiras son como las uvas maduras: Se caen solas de su árbol.

-Deja la poesía para otro momento LABARNA. Ese viejo nunca me gusto y yo a él tampoco, MUWATALLIS era su favorito, era pequeño pero recuerdo que “su muerte” fue motivo de alivio. ¡Y ahora reaparece! ¿Qué tal si quiere recuperar su reino?

- No te preocupes mi Rey, déjame y no le daré oportunidad, sabemos en donde encontrarle, esta vez si que le mataremos.

-Espero que así sea. ¡Los mil dioses de Hatti me maldicen!

continuará ...



viernes, 5 de junio de 2015

EL AMOR... ESE PERRO DEL INFIERNO /// Capitulo 4



El Amor… ese perro del infierno IV
Por Karlos Dearma.

El teléfono sonó un largo rato del otro lado de la línea. Callahan estaba impaciente. Su interlocutor demoraba demasiado en levantar el tubo; para su gusto. Sabía que la única forma de  levantar a Bukowski de una de sus borracheras alemanas no era precisamente llamándolo por teléfono sino tirando su puerta abajo. Pero el tiempo no estaba de su lado. 

Al final y luego de insistir repetidas veces, una voz seca y aguardentosa, que no podía disimular una lamentable condición alcoholizada, contesto.

-¿Quién mierda habla? ¿Acaso no tienes nada mejor para hacer que tocarme los huevos de esa manera y a estas horas?

-Será mejor que te calles, viejo gilipollas, y escuches muy bien lo que tengo para decirte.

-¿Callahan? ¡Basura de Kansas! ¿Quién coño te crees que eres para hablarme de esa manera?

-Soy el que va a romperte los dientes si no haces lo que quiero, pedazo de mierda. Voy a necesitar de tus “inapreciables servicios” –hizo una pausa para soltar una leve risita-Dicen que eres el mejor en lo tuyo.

-¿Me halagas y estas de buen humor? Bien. Supongo que no estoy en posición de negarme.

-No. Quiero un par de “Tommys”, granadas, algo de munición y también necesito que me prestes una Luger.

-¿Algo más? ¡Vaya, un mínimo arsenal! Ok. Tu crédito está abierto. Dime Richard: ¿Qué estas tramando? ¿Asaltar un banco o reventar Fuerte Knox?

-No es asunto tuyo alemán. Mientras menos sepas mejor.

-¿Cuándo vendrás por aquí?

-Estoy en camino.

Ringo colgó el teléfono. La habitación del hotel era fría y lúgubre pero era un lugar solitario y alejado: Ideal para un fugitivo como él. La banda de Nolan y los hombres de Auggie deberían estar buscándole. Judith parecía dormir plácidamente. 

Tomo de su cartera las llaves del auto, un bolígrafo y en un papel garabateo una despedida. Observo a la rubia desnuda en la cama una vez más. Tal vez fuera la última vez, pensó, si es que las cosas no salían bien. Luego se escabullo silenciosamente por la puerta.

No tan lejos de allí una reunión se estaba por llevar a cabo. El socio del fallecido Walter Nolan, Auggie Meyers, tenía una conversación con uno de sus principales lugartenientes. Los dos esperaban la llegada de los hombres de Walter. 

La intensión de Meyers era unir los negocios de las dos bandas evitando derramamientos de sangre entre ellos, transformándose en el líder de ambas pero antes debía conseguir su aprobación, ponerse de acuerdo y liquidar a esa piedra en el camino que era capaz de arruinarlo todo: Richard Callahan.

-Dime Bob: ¿Alguna novedad de mi hermana?

-Aun no aparece.

-¿En dónde demonios se metió, Rebeca? Justo ahora que la necesitamos.

-Seguramente aparecerá. No te preocupes.

-¿Sabrá de la muerte de Walter?

-Si lo supiera ya habría aparecido.-Grazno con seguridad Bob Hawkins mientras de manera varonil arrojaba al suelo una colilla de cigarrillo.

En ese momento tres automóviles entraron por el sendero que llevaba a la residencia enclavada en las colinas. Auggie desvío su atención en ellos. Eran los ex-soldados de Nolan. Ambos hombres salieron a recibirlos. 

El rostro de Meyers se endureció e instintivamente llevo su mano a la cintura:
 Allí tenía escondida su 38. Los carros frenaron con estrépito frente a la casa. De ellos descendieron los pistoleros encabezados por Will Smalls, el segundo de Nolan. Luego de los saludos de rigor entraron juntos en la estancia y la reunión comenzó.  

continuará ... 

miércoles, 3 de junio de 2015

ROCK AND ROLL SUICIDE


Rock and Roll Suicide
Por Karlos Dearma.

Reino Unido, noviembre de 1977. Howard Preston es un músico con un lejano prestigio y reconocimiento en la escena del rock, que se remonta a fines de la década de los años 1960 y principios de la siguiente, cuando era conocido como Ritchie Flowers.  

Un par de singles de éxito, una banda rockera de dementes que capitaneaba y solo sobrevivió un Lp (The Insane Heads), conciertos a sala llena, dinero a raudales, groupies, el reconocimiento de sus pares, y yá: 

Para 1977 las viejas glorias de antaño se habían esfumado, las épocas  y modas cambiado; los éxitos no volvieron a repetirse  y casi nadie los recordaba. Casi.

Se habían quemado muy rápido y los excesos tenían mucho que ver con ello.

Flowers estaba arruinado física, mental y económicamente. No tenía ni una moneda como para pagar la mensualidad de la habitación que rentaba, mucho menos para beber o “pincharse”. Los amigos cercanos habían desaparecido o habían sucumbido al alcohol y las drogas duras. Era un patético sobreviviente de otros tiempos y solo cargaba con 33 años.

Un viejo, por increíble que parezca. Londres hervía con el “adolescente” punk y Howard tenía casi todo listo para suicidarse.

No era la primera vez que lo intentaba. Lo había pensado seis años antes, a finales del 71 (el año de su cumpleaños 27) Quería colarse en el exclusivo “Club de los 27” junto con Morrison, Janis y Hendrix, sus viejos amigos.  Desistió. Y estaba convencido de que aquello había sido un error. Hubiera querido matarse en su mejor momento, con todas las luces apuntándole, pero era tarde. El tiempo a veces suele ser cruel, hasta para los suicidas.

Pero ahora había tomado la decisión: Era el momento de “irse”. Busco el revólver entre el desorden de su cuarto. Lo limpio hasta sacarle algo de lustre. Tarea absurda pensó y lo era: Después de todo ¿Quién se fijaría en eso? Observó por última vez sus “tesoros”: Fotos con Jagger, Richards, Clapton, Dylan y Los Beatles.

Estaba listo. Amartillo el arma y se preparó a disparar, apretando los dientes. Tuvo tiempo de imaginarse los titulares de los diarios. Los más indulgentes tal vez dirían de él: “Vieja gloria del rock se quita la vida”, los más conservadores: “Se suicida estrella menor del rock”, los más crueles: “Rockero drogón se pega un tiro”. Inútil pensar: Al cabo que ya ni le importaba lo que pensarán.

En ese momento sonó la puerta. Del otro lado la señora Rottenmaier, dueña de casa, le reclamaba. Pensó: “Estaría bueno tirármela, un último polvo y listo”. Hizo los cálculos pero pronto desistió. No hubiera quedado bien coger con una señora bondadosa de casi ochenta años. 

Hasta se imaginó los posibles titulares de las noticias: “Por culpa de la droga: Rockero degenerado tiene sexo con una señora mayor y luego se vuela la cabeza”.

-Señor Preston. ¿Está usted bien?
-Sí, pase señora.

La solterona entró lentamente a la habitación y de inmediato se sobresaltó, tapándose la boca con una mano al verlo desnudo y con un arma:

-Howard, por Dios y la Virgen, ¿Qué hace? ¿Es eso un revólver?
-Señorita Rottenmaier, sí, pero no se preocupe: Esta descargado. ¿Qué desea?
-¡Que susto me hizo pegar! Tiene que bajar. Unos locos allá abajo quieren verle. Se visten como unos vagabundos sucios y dicen llamarse los “Sex Pistols”. Quieren conocerle, usted es uno de sus ídolos. ¿Será posible?

Pensó: “¡Sex,… ¿Qué?! ¿Quiénes carajo…? Bueh, será mejor que baje”. Ante la mirada de la doña dejó el arma, se calzó unos pantalones de cuero y enfiló hacia la escalera. 

El suicidio podía esperar.


Este relato participó del concurso "Crea una historia basada en una imagen" de la comunidad "ALMAS DE BIBLIOTECAS Y DE CINES"