49 SETI
Y LOS MISTERIOS DE LA NOCHE
Por Karlos Dearma.
La noche,
esa compañera no deseada, esa gran sombra negra capaz de abrazarnos con sus
oscuridades de pesadillas, sus tinieblas amenazantes, y sus pregones de muerte.
Debe ser ella la que no me deja reposar
tranquilo.
Despierto cada tanto, como presintiendo extraños augurios, y luego vuelvo a dormir. Pero no me
deja, no hoy. Observo a los centinelas atentos y moviéndose buscando calor, los
fuegos encendidos, la tropa durmiendo. Todo está tranquilo ¿Debo levantarme?
No, intento dormir. Mañana será una jornada dura. Vale la pena intentar dormir.
Pero solo
consigo conciliar con el sueño algunos momentos.
Desvelado,
junto mis cobijas y me levanto torpemente, con pereza. Camino hacia el
perímetro, los centinelas me observan extrañados: No esperaban mi presencia.
Soy saludado con respeto, respondo y les dejo continuar con su guardia. Más
allá del campamento la oscuridad es casi total.
Intento acostumbrar mis ojos a
esa negrura. Poco logro. Solo la ciudad muestra algunos brillos a lo lejos, el
desierto me devuelve oscuridades y silencio.
No ayuda a tranquilizarme.
Envié
patrullas hacia allí. Mejor mantener a raya posibles atacantes. Tienen orden de
reportarse cada hora con sus jefes. Vale ser precavidos. Me acerco a otro grupo
de centinelas. Los interrogo:
-¿Ha
regresado la patrulla?
-Aun no.
Están un poco atrasados esta vez. La patrulla de relevo esta lista para partir.
-¿Cuánto
tiempo de retraso?
-Media hora.
Esto
comienza a no gustarme. Las patrullas tienen órdenes de moverse cerca del
campamento, lo suficiente como para ver nuestras luces y alertarnos haciendo
sonar sus cuernos. Es mucho tiempo. Faltan algunas horas para el alba.
El atraso.
Tal vez sea solo eso. Esperare un tiempo más, iré al encuentro de la próxima
patrulla, indagare personalmente a los jefes: No quiero que se repitan estos
“retrasos”. La salud del ejército depende de ello.
Camino por el campamento, me
alegra que otros puedan dormir tan tranquilos. Después de todo es parte de mis
dotes de mando preocuparme.
Llego con los jinetes reunidos alrededor de un
fuego, hablo con su jefe. Le doy las indicaciones. Los hombres quedan en
silencio. Miro hacia la oscuridad del desierto. Por un momento creo ver algo.
Ahora todos observamos el desierto, algo sucede, la tiniebla cede.
Es un jinete
solitario que viene hacia nosotros. Su andar es vacilante, como si no pudiera
afirmarse en la cabalgadura. Luego jinete y caballo se desploman a unos cien
pasos del campamento. Ordeno montar a la patrulla y dar la alarma. Subo a uno
de los caballos y salimos al rescate. Observo salir de su sueño a algunos
soldados del campamento pero los dejo atrás.
Pronto estoy al lado del jinete
caído. Tiene heridas muy graves, también su caballo. Ambos están desgarrados
como si los hubiera atacado un animal. Casi inconsciente me pide ayuda. Le doy
agua.
-¿Qué
sucedió soldado?-Con mucha dificultad intenta responderme.
-Fuimos
atacados, parecían fieras, mate a algunos de ellos pero no murieron.-Mis
hombres se miran extrañados.
-¿Qué quieres
decir?
- No,… ¡No
eran hombres!-Escupe sangre, intenta hablar, apenas puede.
-¿Cómo que
no eran hombres?-Trato de hacerle hablar.
-Sé que los
mate, no hay humano que sobreviva a esas heridas. Eran demonios, guerreros
negros, me hirieron con sus garras. Mataron a todos.
-Tranquilízate
soldado, no existen los demonios.
-¡No, les vi,
Huid antes que sea demasiado tarde! ¡Salvad la vida!
El relato
surte efecto inmediatamente. El resto de los hombres que me rodea se mira entre
sí. Veo miedo en sus rostros. Trato de sacarles del susto.
-Llevadle al
campamento.
Observo,
como al pasar, una extraña marca en su brazo. Parece una mancha pero su forma
me parece familiar y consigue llamar mi atención. Similar a un sello marcado a
fuego sobre la piel. Trato de fijar mi vista en la marca pero la penumbra me lo
impide. No debe ser nada.
Se llevan al herido. Vuelvo a mirar hacia la
oscuridad del desierto. El peligro está allí afuera, ha llegado de la manera
más extraña y por ahora inexplicable. Subo a mi caballo y regresamos a la
seguridad del campamento.
continuara ...
Ooooh, con esos demonios negros la situación se pone fea para los solados. Ahora la cosa se pone dura. Muy bueno.
ResponderEliminarLa noche tiene sus misterios. Se viene la acción ... Saludos.
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