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viernes, 5 de junio de 2015

EL AMOR... ESE PERRO DEL INFIERNO /// Capitulo 4



El Amor… ese perro del infierno IV
Por Karlos Dearma.

El teléfono sonó un largo rato del otro lado de la línea. Callahan estaba impaciente. Su interlocutor demoraba demasiado en levantar el tubo; para su gusto. Sabía que la única forma de  levantar a Bukowski de una de sus borracheras alemanas no era precisamente llamándolo por teléfono sino tirando su puerta abajo. Pero el tiempo no estaba de su lado. 

Al final y luego de insistir repetidas veces, una voz seca y aguardentosa, que no podía disimular una lamentable condición alcoholizada, contesto.

-¿Quién mierda habla? ¿Acaso no tienes nada mejor para hacer que tocarme los huevos de esa manera y a estas horas?

-Será mejor que te calles, viejo gilipollas, y escuches muy bien lo que tengo para decirte.

-¿Callahan? ¡Basura de Kansas! ¿Quién coño te crees que eres para hablarme de esa manera?

-Soy el que va a romperte los dientes si no haces lo que quiero, pedazo de mierda. Voy a necesitar de tus “inapreciables servicios” –hizo una pausa para soltar una leve risita-Dicen que eres el mejor en lo tuyo.

-¿Me halagas y estas de buen humor? Bien. Supongo que no estoy en posición de negarme.

-No. Quiero un par de “Tommys”, granadas, algo de munición y también necesito que me prestes una Luger.

-¿Algo más? ¡Vaya, un mínimo arsenal! Ok. Tu crédito está abierto. Dime Richard: ¿Qué estas tramando? ¿Asaltar un banco o reventar Fuerte Knox?

-No es asunto tuyo alemán. Mientras menos sepas mejor.

-¿Cuándo vendrás por aquí?

-Estoy en camino.

Ringo colgó el teléfono. La habitación del hotel era fría y lúgubre pero era un lugar solitario y alejado: Ideal para un fugitivo como él. La banda de Nolan y los hombres de Auggie deberían estar buscándole. Judith parecía dormir plácidamente. 

Tomo de su cartera las llaves del auto, un bolígrafo y en un papel garabateo una despedida. Observo a la rubia desnuda en la cama una vez más. Tal vez fuera la última vez, pensó, si es que las cosas no salían bien. Luego se escabullo silenciosamente por la puerta.

No tan lejos de allí una reunión se estaba por llevar a cabo. El socio del fallecido Walter Nolan, Auggie Meyers, tenía una conversación con uno de sus principales lugartenientes. Los dos esperaban la llegada de los hombres de Walter. 

La intensión de Meyers era unir los negocios de las dos bandas evitando derramamientos de sangre entre ellos, transformándose en el líder de ambas pero antes debía conseguir su aprobación, ponerse de acuerdo y liquidar a esa piedra en el camino que era capaz de arruinarlo todo: Richard Callahan.

-Dime Bob: ¿Alguna novedad de mi hermana?

-Aun no aparece.

-¿En dónde demonios se metió, Rebeca? Justo ahora que la necesitamos.

-Seguramente aparecerá. No te preocupes.

-¿Sabrá de la muerte de Walter?

-Si lo supiera ya habría aparecido.-Grazno con seguridad Bob Hawkins mientras de manera varonil arrojaba al suelo una colilla de cigarrillo.

En ese momento tres automóviles entraron por el sendero que llevaba a la residencia enclavada en las colinas. Auggie desvío su atención en ellos. Eran los ex-soldados de Nolan. Ambos hombres salieron a recibirlos. 

El rostro de Meyers se endureció e instintivamente llevo su mano a la cintura:
 Allí tenía escondida su 38. Los carros frenaron con estrépito frente a la casa. De ellos descendieron los pistoleros encabezados por Will Smalls, el segundo de Nolan. Luego de los saludos de rigor entraron juntos en la estancia y la reunión comenzó.  

continuará ... 

1 comentario:

  1. Nuevo capítulo de este electrizante novela. Nuevas tramas, nuevas intrigas y un Callahan al que se le acaba el tiempo. La reunión ya ha empezado... Intrigante. Esperando próximo capítulo. Un abrazo.

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