Rock and Roll Suicide
Por Karlos Dearma.
Reino Unido,
noviembre de 1977. Howard Preston es un músico con un lejano prestigio y
reconocimiento en la escena del rock, que se remonta a fines de la década de
los años 1960 y principios de la siguiente, cuando era conocido como Ritchie
Flowers.
Un par de
singles de éxito, una banda rockera de dementes que capitaneaba y solo
sobrevivió un Lp (The Insane Heads), conciertos a sala llena, dinero a
raudales, groupies, el reconocimiento de sus pares, y yá:
Para 1977 las viejas
glorias de antaño se habían esfumado, las épocas y modas cambiado; los éxitos no volvieron a
repetirse y casi nadie los recordaba.
Casi.
Se habían
quemado muy rápido y los excesos tenían mucho que ver con ello.
Flowers estaba
arruinado física, mental y económicamente. No tenía ni una moneda como para
pagar la mensualidad de la habitación que rentaba, mucho menos para beber o “pincharse”.
Los amigos cercanos habían desaparecido o habían sucumbido al alcohol y las
drogas duras. Era un patético sobreviviente de otros tiempos y solo cargaba con
33 años.
Un viejo, por
increíble que parezca. Londres hervía con el “adolescente” punk y Howard tenía
casi todo listo para suicidarse.
No era la
primera vez que lo intentaba. Lo había pensado seis años antes, a finales del 71
(el año de su cumpleaños 27) Quería colarse en el exclusivo “Club de los 27”
junto con Morrison, Janis y Hendrix, sus viejos amigos. Desistió. Y estaba convencido de que aquello había
sido un error. Hubiera querido matarse en su mejor momento, con todas las luces
apuntándole, pero era tarde. El tiempo a veces suele ser cruel, hasta para los
suicidas.
Pero ahora había
tomado la decisión: Era el momento de “irse”. Busco el revólver entre el
desorden de su cuarto. Lo limpio hasta sacarle algo de lustre. Tarea absurda
pensó y lo era: Después de todo ¿Quién se fijaría en eso? Observó por última
vez sus “tesoros”: Fotos con Jagger, Richards, Clapton, Dylan y Los Beatles.
Estaba
listo. Amartillo el arma y se preparó a disparar, apretando los dientes. Tuvo
tiempo de imaginarse los titulares de los diarios. Los más indulgentes tal vez
dirían de él: “Vieja gloria del rock se quita la vida”, los más conservadores:
“Se suicida estrella menor del rock”, los más crueles: “Rockero drogón se pega
un tiro”. Inútil pensar: Al cabo que ya ni le importaba lo que pensarán.
En ese
momento sonó la puerta. Del otro lado la señora Rottenmaier, dueña de casa, le
reclamaba. Pensó: “Estaría bueno tirármela, un último polvo y listo”. Hizo los cálculos
pero pronto desistió. No hubiera quedado bien coger con una señora bondadosa de
casi ochenta años.
Hasta se imaginó los posibles titulares de las noticias: “Por
culpa de la droga: Rockero degenerado tiene sexo con una señora mayor y luego
se vuela la cabeza”.
-Señor
Preston. ¿Está usted bien?
-Sí, pase
señora.
La solterona
entró lentamente a la habitación y de inmediato se sobresaltó, tapándose la
boca con una mano al verlo desnudo y con un arma:
-Howard, por
Dios y la Virgen, ¿Qué hace? ¿Es eso un revólver?
-Señorita
Rottenmaier, sí, pero no se preocupe: Esta descargado. ¿Qué desea?
-¡Que susto
me hizo pegar! Tiene que bajar. Unos locos allá abajo quieren verle. Se visten
como unos vagabundos sucios y dicen llamarse los “Sex Pistols”. Quieren
conocerle, usted es uno de sus ídolos. ¿Será posible?
Pensó: “¡Sex,… ¿Qué?! ¿Quiénes carajo…? Bueh, será mejor que baje”. Ante la mirada de la doña dejó el arma, se calzó unos pantalones de cuero y enfiló hacia la escalera.
El
suicidio podía esperar.
Este relato participó del concurso "Crea una historia basada en una imagen" de la comunidad "ALMAS DE BIBLIOTECAS Y DE CINES"
Hubiera perdido la oportunidad de conocer a los iniciadores del movimiento punk. No todos los rockeros suicidas llegan al nivel de cuasi-inmortalidad a la que llegó Cobain. Muy buen relato.
ResponderEliminarSaludos Carlos.
Le falto para ser famoso, ja, gracias Alejandra. Abrazos y buenas noches.
EliminarLo de Rottenmaier en plan bondadosa es un poco, ejem, un contrapunto heidiano.
ResponderEliminarJa ja ja ok y tienes razón amigo. Gracias por pasarte, Un abrazo.
EliminarO suicídio pode esperar, além de uma vida inteira!
ResponderEliminarBelíssimo texto...
Parabéns e abraço!
Abrazos amigo, gracias por comentar.
EliminarGenial, me ha encantado. Ese punto de suicidio abandonado. Y un encuentro de generaciones. Un abrazo amigo.
ResponderEliminarTenia la idea desde hace un tiempo, me refiero a la historia. La imagen fue un disparador y me lance a escribir. Estoy satisfecho aunque el limite de 600 palabras me hizo "acotarme" (debe tener 598 o 599 je je) Era interesante contar sobre aquella época del rock. Hubo un quiebre generacional un profundo entre los 60 y 70 con el punk. Gracias por comentar, besines.
Eliminarespectacular relato Carlos, la imagen de rockero autentico siempre inspira bellas historias
ResponderEliminarGracias Juan, comparto tu idea acerca del rockero. Abrazos.
EliminarMuy bueno, Carlos, lo que hace la fama!
ResponderEliminar"Algún día todos tendremos quince minutos de fama" como decía Andy Warhol. Y quizás tenia razón, Besos y gracias, Paola.
EliminarBuen relato Carlos, me gustó mucho leerlo.
ResponderEliminarSaludos
Gracias Mónica, me alegra. Saludos.
Eliminar¿Un último golpe de suerte en su vida y en su carrera? Espero que sí, al menos la visita sirvió para que aplazara el suicidio. Quiero pensar que los Sex Pistols traían alguna propuesta interesante para él... :))
ResponderEliminarBuen relato, Carlos, me ha gustado mucho!! :)
Un abrazo para tí y otro para Mitchum :D
SI, tal vez algún día continúe esta historia. No lo tengo decidido. Gracias Julia. Besines y que tengas un lindo fin de semana.
EliminarPD: Mitchum no tiene Whatsappe, no consigo que se modernice, te manda saludos igual. ;))
Me ha gustado mucho este relato Carlos, un gran final, como las cosas a veces se enderezan sin saber muy bien porque, Una historia merecedora de una continuación.
ResponderEliminarUn saludo cordial.
Hola Carlos,
ResponderEliminarMuy bien recogido y transmitido el ambiente de rock americano de los setenta, la atmósfera que rodea a la estrella rutilante caida en picado, lumpenismo y abandono...hasta que la historia da un giro inesperado. ¡Magnífico! Me ha encantado todo ese sabor underground que destila el relato
Un abrazo
Me ha gustado mucho el relato. Por cierto, me suena que hay una canción de Bowie con ese mismo título.
ResponderEliminarTe suena bien, la hay, es de su disco The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars.
ResponderEliminarOk. Gracias
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