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sábado, 7 de marzo de 2015

LOS DIOSES CAIDOS


Los Dioses caídos
Por Karlos Dearma.

La experiencia me dice que debes vivir feliz en el tiempo presente y que el futuro no importa: Lo mejor es no hacerse problemas con respecto a nada, quizás sea el consejo más atinado que puedo darte. Créeme: Es la mejor manera de vivir mil años.

Mi nombre es Teshub. Tal vez sería mejor decir que esa es la manera como me llaman los mortales que están a mi servicio; no recuerdo si antes de llegar a estas tierras tenía otro nombre. El pasado, y lo que ocurrió en él, ya no tiene sentido para mi pues está hecho de recuerdos, y la memoria es algo que me ha sido velado.

Los otros desterrados en esta comunidad, los que comparten mi misma suerte, viven en idéntica situación a la mía. Voy a contarles algo de estas vidas.

Nuestra existencia transcurre de manera anodina, una especie de “Pax” ocasionalmente alterada por algunas discusiones entre nosotros; rencillas que a veces nos alteran, otras nos enojan y también nos hieren pero que son necesarias pues es a través de la lucha como establecemos las jerarquías “normales” de nuestra sociedad. Ahora somos una manada y soy uno más de ellos, debo resignarme pues no puedo hacer nada al respecto.

La residencia en la que elegimos vivir no será como el Olimpo o como el Valhala a los que hacen referencia mis compañeros y de los que ustedes habrán oído hablar, pero gozamos de todas las comodidades a las que podemos aspirar como seres en nuestra condición.

La pareja de mortales que habita junto a nosotros, en lo que es nuestro único Templo, nos reverencia y nos sirve; con sus ofrendas nos alimentan y de manera cotidiana nos entregan las demostraciones de amor suficiente como para sentirnos queridos y acompañados. 

Nosotros, aunque nos place ignorarlos, les correspondemos con nuestro agradecimiento y cariño incondicional; y ocasionalmente gozamos con sus caricias y posamos para los retratos que nos toman con sus cámaras. 

Eso solo basta para hacernos recordar que somos dioses caídos, resignados a esta existencia lejos de la magnificencia, lo que no deja de ser triste. Pero nos consolamos con la idea de que podría ser peor.  Son esos los momentos, cuando tomo conciencia de ello, en que siento lo más parecido a un estado de felicidad.

¿Qué nos sucedió y por qué? No será difícil de entender.

Por culpa de nuestra soberbia y orgullo fuimos penados por el infame demiurgo con el peor de los castigos: Una existencia bajo la forma de otros seres inferiores. Y quizás ello ha sido acompañado por algo no menos ominoso: El olvido. Muy pocos recuerdan nuestros verdaderos nombres, nadie nos teme ni nos dedica plegarias o suplica por nuestro auxilio. 

Es este nuestro destino. No piensen que reniego de él, solo que se nos ha dado así, de manera cruel e injusta, y es algo inapelable. 

Como recompensa algunos mortales disfrutan con nuestra apática compañía y tenemos el tiempo de sobra para ocuparnos de nosotros mismos. A mí me gusta mucho el dormir pues en mis sueños evoco otras épocas más gloriosas.

Antaño era el más fuerte, duro y temido. Lo digo sin ninguna modestia: Implacable con mis rivales, el primero y el más seductor entre los míos; el más inteligente, hábil y taimado; hoy no soy más que una leyenda. Otros, más jóvenes, han ocupado mi lugar. Hace tiempo dejo de importarme pues sigo siendo respetado entre los míos.

Mi grupo es de lo más variopinto.

Con Zeus, el de los finos cabellos negros, me enfrente muchas veces. Ahora somos amigos. Thor, el de cabellos amarillos, elije ignorarme: No sé el por qué, aunque es bastante presumido y le gusta la soledad de los lugares altos. Quizás vista la capa soberbia de ser el más joven entre nosotros. 

Isis, la de cabellos grises, es la última en la jerarquía y lo acepta mansamente: Los mortales la consienten más que al resto. No siento celos por ello, ninguno de nosotros debería. Pues a pesar de nuestra caída seguimos siendo magníficos.

Luna tiene bastante mal carácter. Es la otra consentida: Deben ser las ventajas de ser hembra. Ra es el más atrevido: El primero en robarse las ofrendas de comida. Lo más apropiado seria llamarle "caradura" pues es el que visita más a menudo el interior de nuestro Templo, venciendo, en cada ocasión que puede, la paciencia de nuestros benefactores.

Supongo que soy el más querido: Fui el primero en llegar y eso me otorgo ciertas prerrogativas, como el recibir una dosis extra de caricias y calor humano cuando con insistencia y ronroneos me las procuro.

Ahora debo dejarles. Mis amos acaban de llegar. Los observo: Traen consigo las dádivas del día, intuyo que se acerca la hora de la merienda. Nos juntamos alrededor y de manera autoritaria nos arrastran tras de ellos. Debo ganar mi lugar: La comida ya está lista y tengo hambre. ¡Miau!



17 comentarios:

  1. No sé por qué intuí que se trataba de gatos XD, será por conocer a tantos amantes de los felinos...

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    1. Soy uno de esos tantos amantes Andrés, Saludos y gracias por pasarte.

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  2. Muy bueno Carlos. Esos Sí que son dioses!!!

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    1. Como dioses caídos decía una frase que leí hace un tiempo (la hice relato). Gracias Paola, Saludos and one kiss.

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  3. Muy bueno Carlos. Esos Sí que son dioses!!!

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  4. Excelente relato místico y de una calidad muy buena. Felicidades compañero, un gusto leerte.+1

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    1. Gracias Isidoro, que bueno te haya gustado. Estas invitado a mi blog cuando quieras.Saludos.

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  5. Miau!
    Muy bueno ;) Me ha encantado el modo en que nos has guiado hacia ese magnífico e inesperado final.
    Saludos :)

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    1. Holas Carmen. Que bueno te gusto, mis compañeros hogareños me sirvieron de fuente de inspiración. Bienvenida: Las puertas de mi blog están abiertas para ti. Gracias por comentar. Saludos.

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  6. Yo, a diferencia de otros de tus lectores, jamás hubiera imaginado que estabas hablando de gatos :) Me encantó tu relato, Carlos, salvo porque ha terminado demasiado pronto; no miento si te digo que estaba hipnotizada leyendo. Original y amena narración acerca de estos dioses felinos!!

    Un abrazo.

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    1. Gracias Julia. Eres una genia, me encanta leerte y me alegra que te haya gustado. Este es uno de mis relatos mas largos. A lo mejor es la trama. Te mando un abrazo.

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  7. Hola Carlos, muy buena la idea de transportar a los dioses mitológicos a la vida gatuna jejeje y es que son divinos los mininos, por lo menos yo los adoro.
    Saludos.

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    1. Hola amiga, es que también los adoro (el de la foto es uno de los míos o mejor seria decir uno de mis Dioses) lo de los gatos como Dioses caídos es de una frase que leí por ahí y ya olvide de quien es: La transforme en un cuento. Me alegra que te haya gustado. Gracias por compartir. Abrazos.

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  8. ¡Miauldición! Gran relato con final inesperado, Carlos. Me encanta. No sé si estaré en lo cierto pero a los gatos ¿no se les consideraba protectores de mujeres en Egipto? Sé que del tema sabes mucho :) Me gustó mucho. Un abrazo

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    1. Si, te refieres a Bastet (protectora del hogar, simbolizaba la alegría de vivir) se la representa con cuerpo de mujer y cabeza de gato. Los egipcios creían que los gatos eran manifestaciones de la diosa Bastet. Bastante impredecible, si bien es pacifica, podía tornarse tierna o feroz de un momento a otro. Como cualquier gato. Abrazos.

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  9. Qué bueno, Carlos, en ningún momento sospeché que se tratara de un gato, ni siquiera habiendo visto la imagen del final antes de empezar a leerlo. Me has dejado sorprendido y me ha fascinado lo bien que has ocultado el final. Una obra magistral que hasta la última palabras no nos hace ver lo que leemos en realidad y que da una vuelta de 180 grados al relato, y que te hace darte cuenta que todo encaja a la perfección con que lo esté ''contando'' un gato.
    Un saludo.

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    1. Gracias Ricardo. Amo a los gatos y quería dedicarles un cuento. La idea de los gatos como dioses caídos no me pertenece pero me gusto mucho. Es ahí en donde me nace esto de poner como interlocutor del relato a un felino. Busque mantener el final oculto lo mas que pude. Un gran abrazo y gracias por comentar, me alegra que te guste.

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