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jueves, 14 de abril de 2016

SETI, EL EGIPCIO /// CAPITULO 137


137   UN LEPROSO Y LA BUENA FORTUNA DE AMENHOTEP (AMENHOTEP)
Por Karlos Dearma.

El camino al norte es largo, y no está exento de peligros. Siento como si el ejército de la reina NAGA viniera pisándome los talones. 

Tal vez sea solo un presentimiento, tal vez una ilusión, o más posiblemente una certeza: No sería extraño que haya enviado a sus cazadoras por mi cabeza. El destino esta echado. Solo los dioses saben lo que me depara el futuro. No voy a hacerme el valiente ahora: Tengo miedo. ¿Qué esperaban? Soy solo un escriba.

He logrado alcanzar Abydos, tierras amigas. Sí, pero puedo darme cuenta cuando la fortuna esta de mi lado. Todavía es territorio Egipcio ¿Por cuánto tiempo más? Nadie lo sabe. Debo encontrar una barca que me lleve al delta, y rápido.  

Sigo a los trabajadores en dirección al puerto,  tratando de mimetizarme entre ellos, como un insecto en un jardín. El ambiente está cargado de tensión, como aquella calma que precede a un vendaval del desierto, o a los grandes acontecimientos. Todos se mueven con apuro, veo desconfianza y temor en sus caras. NAGA estará muy pronto por aquí y no quiero estar presente para recibirla, nadie quiere.

Voy trajinando una calleja en dirección hacia el Nilo. Mi andar es agitado como el de una presa que intuye a sus perseguidores. Doy vuelta una esquina y colisiono con un hombre:

Ambos terminamos por el piso. Los ocasionales transeúntes me miran horrorizados y escapan.  Atontado por el momento, intento incorporarme y discernir esa actitud. Busco con la vista a mi interceptor y lo encuentro mirándome, sonriente. Caigo en la estupefacción. ¡Es un leproso!

Pero aquella sonrisa me relaja. También el recuerdo de mi querido primo ASEP, muerto por la enfermedad. No le temo a este extraño, aunque algo parecido a la pena corre por mi cuerpo. Me levanto y acongojado pido disculpas: Estoy seguro de ser el responsable.

-Mi nombre es SHABAKA, no te disculpes. Nadie más por aquí lo haría.

-No entiendo por qué. Ante todo lo primero es el respeto. Mi nombre es AMENHOTEP.

-Se quién eres... Y Lo digo por mi condición de leproso. No hay muchos por aquí dispuestos a detenerse a pedir disculpas.-Algo parecido a la inquietud recorre mi espalda. Ese hombre me reconoce. Tal vez esté en peligro.-

-¿Sabías mi nombre?

-Sí, escriba. Visitabas a un amigo en nuestro refugio. Tu primo. Esperábamos con ansiedad tus viandas y regalos. Nos ayudaron a todos allí. Recuerdo muy bien tu cara.

-Siento no recordarte.

-Deja ya de pedir disculpas, AMENHOTEP. Estoy agradecido contigo. Estas lejos de la corte. ¿Acaso huyes de alguien?

La pregunta del leproso me sorprende. No es difícil adivinar la situación por la que paso. Cualquiera que me conociera y fuera lo suficientemente avispado lo haría. Y SHABAKA es uno de ellos. Quedo en silencio y mi interlocutor parece entender la dificultad de mi momento.

-¿Acaso necesitas ayuda? -Y, como si fuera un embalse repleto de agua y a punto de rebalsar, acobardado como un niño que ha sido descubierto en su travesura, largo todo el rollo a borbotones.

-Voy al norte. Debo huir. ¿Puedes ayudarme?-Sin vacilar, SHABAKA hace un ademán serio, indicándome que le siga.

-Vamos al muelle. Conozco a alguien que puede.-El leproso camina delante con andar firme, haciendo sonar unas campanillas y agitando un bastón largo para abrirnos el paso. Levanto mis pertenencias y me alzo con el canasto en donde mi gato Maw viaja más que enojado, gruñendo como un león. Los cobardes transeúntes nos abren un camino y por esa senda nos deslizamos ligero.  

¡AMENHOTEP, hoy tal vez sea tu día de suerte!

continuará ...


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