17 BEERSHEVA
Por Karlos Dearma.
Beersheva. A
duras penas atravesamos este desierto. No hay señales de SETI, ni del resto del
ejército egipcio desde hace días. Me pregunto cuáles son los planes de
TUTMOSIS.
Por lo pronto apuro un vaso de vino en esta taberna sucia de mala
muerte. Una de las sirvientas me ofrece más vino, acepto. Algunos parroquianos
de torvo mirar me observan, los ignoro: Escoria de todas las naciones, soldada
a sueldo esperando una oportunidad. No se las daré.
SALMANASAR descansa y yo
también. Le di un informe de la situación y luego decidí tomarme el día, y
darles descanso a mis hombres. Lo último que recuerdo, alejándome del acto, es
a ZIGGUR dándole una perorata a SALMANASAR: “Que DUMUZI esto, DUMUZI aquello,
DUMUZI lo otro”. Volverá a dar problemas pero ahora no me importa.
Sigo con mi
descanso, y mi vino.
Y vuelven mis
ganas de regresar a Mari. Esta campaña me ha llenado de hastío. Solo derrota,
poco botín, ningún honor. Estoy poniéndome viejo para estas cosas. Quizás
vuelva a la actividad comercial como el resto de mi familia. Algo más
tranquilo. Sí. Bebo otro trago de vino.
-Eh tú, los
del norte os creéis muy bravos ¿No es así?
Lo último
que faltaba. Un borracho interrumpe mis pensamientos y eso no es bueno. Es un
grandulón del desierto, barbado y sucio, casi animal, un nómade de la tropa de
OG.
-Tienes cara
de amargado ¿Que os sucede? ¿Acaso los egipcios os apalearon muy fuerte en el
culo?
Un coro de
risas se alza desde una de las mesas. No tengo ganas de pelear. En el otro
extremo de la posada veo a algunos de mis hombres ceñudos preparar
cautelosamente sus armas.
-Vete al
diablo.-respondo y sigo con mi vino.
-¡Ja¡ solo
eso puedes decir. Las niñitas como ustedes los de Mari deberían dedicarse a
otra cosa, quizás la cocina.
-Una cabra ignorante como tú debería aprender modales. Te los enseñaría
pero olvide mi látigo.
-Ja Ja Ja.-Un coro de risas aprueba mi chanza.
-¿Eres
gracioso? Creo que te enseñare yo a ti quien es el más fuerte.
Antes que
pueda “enseñarme” lo golpeo con el cinto de mi espada y cae hacia atrás.
Intenta incorporarse. Tomo la vasija llena de vino y la estrello contra su
cabeza. La bebida se desparrama por el suelo de tierra, un desperdicio. Un buen
vino no debería desperdiciarse de esta manera.
El bruto ya no se mueve. Algunos
de sus amigos se mueven hacia mí pero antes saco mi espada. Mis hombres los
rodean y veo a ZIMRI-LIN entre ellos.
-Llévenselo
y salgan todos de aquí. -Les ordeno y los nómades cumplen la orden. ZIMRI-LIN
sonríe.
-Jefe,
parece que todo está en orden.
-Se metió
con la gente equivocada.
-Supongo que
sí.
-Bebamos
vino, yo invito.
La sirvienta
se acerca y llena nuestras tazas. Me mira a los ojos y sonríe. Quizás lo que
necesito es una compañía femenina. Demasiado desierto, demasiados horrores,
demasiada inmundicia. Necesito algo de humanidad, algo como el cuerpo de una
mujer.
La sirvienta se aleja hacia otra de las habitaciones, la sigo con la
mirada. No está mal, me hace una señal y entra. No es el momento para rechazar
una oferta así.
La sigo.
continuara...
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