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viernes, 9 de enero de 2015

GUALICHÚ


Gualichú
Por Karlos Dearma.

En algún momento de mi vida había dejado de ser una persona creyente. No es mi intención explicar aquí el porqué de ésta decisión pues poco tiene que ver con la historia que contaré: Sólo que tal vez me haya salvado la vida.

He llevado una existencia solitaria: Empleándome ocasionalmente como peón de estancia, domador y baqueano en las soledades del Sur. Y es así, en el ejercicio de ésta labor, que me dirigí una vez más al territorio del Río Negro como guía y escolta del capitán Irineo Márquez y su familia. No era el único en estas funciones: Una veintena de soldados armados, incluyendo a una partida de indios guenaken,  nos acompañaban al nuevo destino del capitán en los pagos de San Antonio.

Márquez era un tipo autoritario y cruel, aficionado a la bebida, hijo de una familia "bien" al igual que su esposa. Sus dos hijos eran altivos y soberbios, cualidades sin duda heredadas de sus padres. Nos trataban con desdén, pues despreciaban al gauchaje y permítanme decirles algo: los hechos que vendrían luego tienen como únicos responsables a los integrantes de ésta familia.

Las circunstancias del viaje nos llevaron a las cercanías del paraje en donde se encuentra “El árbol del Gualichú”. Los indios creen que en ese lugar mora un espíritu maligno (Gualichú) al que es aconsejable evitar. Es por eso que, para no incomodarles, decidí un camino que nos alejara del misterioso árbol a pesar de mi repugnancia a esas tontas supersticiones de mis amigos guenaken. 

Le expliqué a Márquez mi decisión y los porqué, pero eso a él no le importó. Lanzándome encima una montaña de insultos y ostentando autoridad, ordenó a sus hombres avanzar en esa dirección y acampar a la vera del árbol.

Intenté explicarle las desventajas de sus órdenes, pero ignoró mis palabras. Su decisión alarmó a la indiada y algo parecido a un motín comenzó a orquestarse. Cuando llegamos había caído la noche; el capitán se bajó de su caballo y caminó hasta el árbol siendo su primer acto abominable orinarlo y burlarse de Gualichú. Los indios horrorizados comenzaron a huir, lanzando todo tipo de maldiciones en contra del “Huinca malo” y advirtiéndonos: “¡Cristianos, van a morir!”.

Un Márquez enfurecido les disparó con su pistola sin conseguir herir a nadie, lo que sucedería después escapa a la imaginación de cualquiera. Aguijoneado por su mujer y ayudado por sus hijos decidió acabar con el “símbolo de los infieles” poniendo fuego al árbol. Pasmado los observé dedicarse con esmero a su tarea, luego sucedió lo inimaginable. 

De entre las llamas escuchamos salir algo parecido a un rugido que nos estremeció. El árbol pareció cobrar vida y desde él un horrible monstruo emergió lanzando un alarido que me hizo caer de rodillas, tembloroso. El gigante atrapó a los hijos y acto seguido los masticó, escupiendo luego sus cadáveres, lejos. 

Algunos soldados asustados huyeron, otros comenzaron a dispararle siendo todos fulminados por un rayo que el monstruo les lanzó. Márquez intento enfrentarle y fue testigo de cómo su mujer era calcinada por el fuego de Gualichú, muriendo entre terribles gritos de dolor.

Gualichú fue entonces por él. Márquez le disparó, lanzando maldiciones, pero de nada sirvió: las balas no hicieron ningún efecto. Una llamarada de fuego acabó con su vida.

Horrorizado y asustado intenté ponerme de pie y correr, pero no pude. El monstruo me lanzó una última mirada y comencé por adorarle, abjurando de los malditos impíos y lanzando loas a su magnificencia y poder. Esa fue la última vez que le vi, Gualichú tuvo piedad de mí.  

Nota: Este cuento participó del concurso "Relatos de Terror: La noche de los tiempos" del blog "Circulo de Escritores".

12 comentarios:

  1. Gran historia, llena de fantasía y terror y una narración magnífica... Muy bueno. Saludos.

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  2. Saludos, buen relato, terrible ese monstruo Gualichú, amante de las adulaciones. Cómo sería esa última mirada?! Éxitos!

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  3. Todo ser superior quiere ser adorado y cuando de la vida se trata.....muy bueno Carlos. Un fuerte abrazo

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    1. Gracias Ana!!! Es cierto, un ser omnipotente y vanidoso. El protagonista, como testigo, termina por creer: Lo tenia allí, Abrazos!!!

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  4. Buenísimo.
    Me encantó.
    Muy imaginativo e ingenioso.
    Un feliz año colmado de bendiciones.
    Un cálido abrazo.

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  5. Me ha gustado, Carlos, no ser creyente también tiene sus ventajas!

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    1. Parece que a mi protagonista le sirvió jeje, gracias, Saludos!!!

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  6. Magnifico Carlos.
    Con visos de leyenda.
    Abrazo

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