33 EN ALGUN LUGAR DE ARZAWA
Por Karlos Dearma.
El aire
fresco de la mañana me despierta. El Sol ilumina las montañas de manera aun
tenue, el paisaje diáfano que asoma por una de las ventanas parece irreal, pues
alrededor todo es guerra.
Pero en este rincón de Arzawa reina la paz. Mi lecho está en una pequeña habitación
campesina. Mis heridas siguen abiertas pero he de curarme. ¡Esta no ha sido la
última batalla para MUWATALLIS de Hatti!... Estoy alegre y por sobre todo vivo,
eso es lo que importa. Mis anfitriones velan por mí.
Los dueños
de casa son el viejo SAROK y su esposa KIRA. Heteo él, gracias a los dioses, y
luvita ella, me han cobijado en su lar. Ninguno de ellos ignora lo que sucede
más allá de su pacifica finca, aunque no saben quién soy y la guerra no les ha
alcanzado.
Él fue un guerrero en los ejércitos de mi abuelo HATTUSILLI, y luego
de una derrota parecida a la que sufrimos, se quedó aquí en Arzawa con una
campesina que curo sus heridas: KIRA. Juntos unieron sus vidas y levantaron
este vergel perdido en las montañas. Mi padre hubiera opinado que es un
traidor, yo le aplaudo precisamente por la forma de ser feliz que finalmente
eligió. Espero los dioses les regalen
muchos más años juntos.
-Te has
despertado MUWATALLIS mi amigo.
-Si SAROK.
El aire de estas montañas es reparador. No extraño las pestilencias de las
mesetas en Hatti.
-Tampoco yo.
Hace largos años que las deje. Y no cambio estas montañas ni por todo el oro
del mundo.
-Lo puedo
imaginar.
-¿Cómo van
tus heridas?
-Curando de
a poco, aún tengo dolor, ya cerraran. Gracias por recibirme.
-Eres hitita
igual que yo. Y aunque no pienso en regresar a Hatti nunca, tengo fidelidad
hacia mis compatriotas. Puedes quedarte el tiempo que quieras.
-Los dioses
te bendigan. ¿No ha regresado mi amigo ARNUWANDA?
-Aun no, por tu salud, es
un milagro que pudieran hallar mi finca. Estamos alejados. Tardará días en
regresar.
-La retirada
fue muy desordenada, cualquiera puede perderse en estas montañas.
-Lo sé. Por
eso elegimos este lugar. Terminare mi vida en estas montañas.
Sonríe. Es
un hombre feliz. Ojala pudiera aprender de él. Nada más lejano de esto que las
preocupaciones en la vida de un príncipe. La vida más simple, lejos de las
intrigas de palacio y toda la escoria noble.
Me gustaría quedarme aquí, y
olvidar el resto. Pero no podré hacer algo semejante, lo sé. Debo reunirme con el resto del ejército ni
bien este en condiciones de cabalgar y hablar con mi padre sin rencores. Esta
derrota debería hacerle reflexionar. Por ahora debo mantenerme oculto en
territorio enemigo.
Decidí
separar en pequeños grupos al resto de mi tropa para no caer en emboscadas y
les ordene retornar a nuestra retaguardia. Quise no ponerles en peligro,
retrasándoles por culpa de mis heridas. Solo ARNUWANDA quedo acompañándome.
Ahora le envié con mi padre para informarle de mi situación. Debería tener que regresar
pronto. O eso espero. La paciencia de
alguien enfermo puede ser muy corta.
continuara ...
Hola Carlos, ahora hay que esperar la recuperación de Muwatallis para que no se impaciente tanto y ver lo que hará cuando se encuentre con su padre y hermano.
ResponderEliminarBuenas noches :)