36 LEJOS EN NUBIA
Por Karlos Dearma.
Nubia.
Atravesando el desierto. El Nilo ha quedado atrás y a nuestra derecha, pero
desde aquí no es visible. El polvo de la marcha forma una gran nube que nos
asfixia. El calor y las moscas nos abruman.
El ejército avanza cansadamente
hacia el sur: MENUNHOTEP marcha al frente, es ahí donde lo he enviado, lejos de
mí. Solo por un tiempo, no podré evitarlo siempre.
Tal vez sea un poco
nostálgico de mi parte pero es en estos momentos cuando más extraño a mis
amigos, AMUN y ANKH. No he conseguido aquí a nadie que reemplace su ausencia.
TUTMOSIS ya no se parece al hombre que
conocí, aquel con el cual perseguía hermosas mujeres con un pellejo de vino en
la mano, al que le gustaba bailar y cantar. El amigo feliz.
El poder cambia a
las personas. Lo observo y veo en él a alguien extraviado en pensamientos.
Preocupaciones. Ahora soy general… aun le respeto pero ya no nos parecemos
demasiado, no tengo ambiciones. Él sí.
Vamos a la
guerra. Cumpliré con mi deber. Y regresare a Abydos. Quedan en mí aquellas
palabras de ANKH. Tal vez abandone el ejército, y recorra los caminos del
mundo. Quizás pueda encontrar por allí, en algún lugar, a mi amigo SESOSTRIS.
Algún día les hablare de él.
Un jinete se
nos acerca, apura a su camello lo más que puede. Voy hacia el frente de la
columna para enterarme de las novedades. Es un explorador. Llego para ser
testigo de las nuevas. MENUNHOTEP lo increpa:
-¿Qué ha
sucedido con el resto de la tropa? ¿Por qué estás solo? ¡Habla!
-¡Dadle
agua! –Intervengo para quitarle autoridad a MENUNHOTEP.
-Gracias
señor, nos atacaron.-Le da un sorbo a la vasija.
-Mi jefe me
envió a buscar ayuda pero creo que no será necesaria. Es demasiado tarde para
ellos. Estaban rodeados. Escape solo gracias a los dioses, los nubios eran por
lo menos un millar.
-Gracias a
ti por avisarnos, descansa. Enviaremos un destacamento ya mismo.
-No quiero
descansar, mi padre era también mi jefe, no quise desobedecerle y ahora desearía
estar muerto; volveré a buscar su cuerpo y darle sepultura, y a los otros
caídos. Eran mis amigos. Fueron demasiado valientes como para ser devorados por
los buitres.
-Está bien.
Nos vengaremos, te lo prometo. ¿Cómo te llamas?
-KHUFU.
Ordeno a los
jinetes prepararse. PEPI se acerca y le informo.
-¿De qué se
trata esto SETI? ¿Algo grave?
-Los
nuestros han sido emboscados, solo el muchacho escapo. Saldré a buscar a los
Meroítas.
-Hablare con
TUTMOSIS, suerte amigo. Te seguiremos con el resto del ejército.
Montamos
camellos y caballos. Partimos hacia el Sur, rápido. MENUNHOTEP y KHUFU cabalgan
junto a mí. Sospecho que no deberemos perseguir a los responsables de esto. Nos
estarán esperando. Peor para ellos, conocerán nuestra furia. Ordeno hacer
marcha forzada.
No pasa mucho tiempo hasta que divisamos una columna de buitres
volando alto. Eso es extraño. No están acechando a su presa sino más bien
expectantes. Los Meroítas aún están cerca.
-¡Alto
egipcios! Preparaos para pelear. Subiremos por aquellas dunas.
-¡Arqueros
listos, adelante, avanzad!
Nos
precipitamos colina arriba, subimos sin importarnos lo que nos espera. Una nube
de flechas nos recibe. Algunos caen de sus caballos pero arremetemos sin darles
mucho tiempo para reaccionar. Corren delante de nosotros. Algunos se plantan
delante para enfrentarnos, los aplastamos con nuestros caballos. La batalla se
vuelve algo sangriento.
Uno a uno derribo a todos los Meroítas que se me
cruzan. Observo a mis egipcios, todos combaten bien. Si SEBIOMEKAR quiere vencernos
deberá ponernos algo mejor enfrente. El combate va a terminar pronto. Veo a
algunos Meroítas huir. La lucha es nuestra. La matanza es general.
Debo ponerle
fin a esto: Necesito unos prisioneros. Persigo a uno de ellos cuando una flecha
me atraviesa el hombro. Caigo de mi caballo, rodando por la arena caliente.
Atontado observo en dirección de mi agresor y lo veo: MENUNHOTEP con el arco en
sus manos me ha disparado, el maldito intenta matarme, vuelve a cargar su arco.
Intentará dispararme nuevamente.
Es entonces
cuando una gran sombra me cubre. KHUFU, me protege con su escudo desviando el
tiro y salvándome de otro golpe. Me habla pero no le escucho. Intento no caer
en la inconciencia. Señalo a mi victimario. Les grita a mis soldados. Algunos
de ellos me rodean y cubren. MENUNHOTEP ha perdido su oportunidad, desiste de
otro intento y escapa a caballo con un
grupo de jinetes.
Su plan de matarme ha fracasado.
continuara ...
Bendito Khufu que estuvo allí como un ángel protector para salvar la vida del príncipe. Murshillis se enojará por ese fracaso.
ResponderEliminarSaludos Carlos.