38 UNA TRAMPA PARA DUMUZI
Por Karlos Dearma.
SALMANASAR
me ha llamado, habrá una reunión con todos los jefes. Estoy seguro que mi
tiempo de descanso está por terminar.
Camino por las calles polvorientas de
Bersheeva. Algunos mercaderes discuten, no entiendo bien el por qué. Un
sacerdote le habla a un público de niños bajo un olivar, todos escuchan con
atención.
Doy vuelta por una calleja angosta, intento acortar mi caminata hacia
el campamento, creo recordar que el camino por aquí es más corto. Las casas de
dos pisos están muy cerca entre sí. Unas mujeres, en la altura de una ventana,
descuelgan la ropa que cruza de lado a lado de la calle. Paso junto a una
fuente de agua, al lado de unos hombres que me observan ceñudos. Parecen mercenarios, posiblemente elamitas,
no les doy demasiada importancia. Sigo caminando. Llego a una esquina, aquí no
estoy seguro por donde continuar.
Intento preguntarle a unos niños, asustados
corren lejos de mí, no debería extrañarme: Mi aspecto barbado, con espada y
todo, es muy poco amigable. Tomo hacia la derecha y continuo por un callejón angosto. Es un lugar con
tiendas de mercaderes a ambos lados. Intento moverme más rápido entre los
compradores. Finalmente logro salir del amontonamiento para encontrarme con que
el callejón no tiene salida. Definitivamente la ciudad no es un lugar para mí.
Deberé volver sobre mis pasos.
Vuelvo para
encontrarme con los mismos soldados elamitas que me cierran el paso, no me
gusta la forma en que me miran, algunos más les acompañan. No necesito analizar
mucho la situación para llegar a una conclusión: Estoy en un aprieto, vienen
por mí. No tengo más salida que enfrentarlos. DUMUZI tú y tú manera poco
amigable de solucionar las cosas. Decido romper el hielo.
- No traje
mi cartera. ¿Qué queréis? -El que parece más rudo entre ellos me contesta:
-A ti perro
acadio. Vendrás con nosotros: Por las buenas o por las malas.
-Venid
entonces.-Saco rápidamente mi espada, un grupo de ellos se abalanza sobre mí.
Doy algunos golpes certeros y varios caen. Son demasiados. Algunos de ellos han
subido a las terrazas para rodearme. Estoy en desventaja.
Todos cierran sus
ventanas con temor, no tendré ninguna ayuda esta vez. Intento resistir las
acometidas, y logro derribar a algunos más. Una gran red cae sobre mí y me
envuelve, intento zafarme pero no puedo, esto acabo: Estoy atrapado. No puedo
dar más golpes con mi espada.
Ahora viene la zurra, caigo al suelo y me patean.
No se detienen. Pierdo rápidamente energías, no puedo defenderme. Siguen las
patadas. ¿Por qué no me matan de una vez? Les ha costado caro llegar a tenerme
así. El dolor es demasiado para mí. Intento aguantar pero no puedo. Siento el
sabor de la sangre en mi boca.
Pierdo la conciencia.
continuara ...
Vaya, Dumuzi las vio bien duras, bueno a ver que toca para esta saga con mucha acción.
ResponderEliminarSaludos Carlos.