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lunes, 29 de diciembre de 2014

SETI, EL EGIPCIO /// Capitulo 17


17  BEERSHEVA
Por Karlos Dearma.

Beersheva. A duras penas atravesamos este desierto. No hay señales de SETI, ni del resto del ejército egipcio desde hace días. Me pregunto cuáles son los planes de TUTMOSIS. 

Por lo pronto apuro un vaso de vino en esta taberna sucia de mala muerte. Una de las sirvientas me ofrece más vino, acepto. Algunos parroquianos de torvo mirar me observan, los ignoro: Escoria de todas las naciones, soldada a sueldo esperando una oportunidad. No se las daré. 

SALMANASAR descansa y yo también. Le di un informe de la situación y luego decidí tomarme el día, y darles descanso a mis hombres. Lo último que recuerdo, alejándome del acto, es a ZIGGUR dándole una perorata a SALMANASAR: “Que DUMUZI esto, DUMUZI aquello, DUMUZI lo otro”. Volverá a dar problemas pero ahora no me importa. 

Sigo con mi descanso, y mi vino.
Y vuelven mis ganas de regresar a Mari. Esta campaña me ha llenado de hastío. Solo derrota, poco botín, ningún honor. Estoy poniéndome viejo para estas cosas. Quizás vuelva a la actividad comercial como el resto de mi familia. Algo más tranquilo. Sí. Bebo otro trago de vino.

-Eh tú, los del norte os creéis muy bravos ¿No es así?

Lo último que faltaba. Un borracho interrumpe mis pensamientos y eso no es bueno. Es un grandulón del desierto, barbado y sucio, casi animal, un nómade de la tropa de OG. 

-Tienes cara de amargado ¿Que os sucede? ¿Acaso los egipcios os apalearon muy fuerte en el culo?

Un coro de risas se alza desde una de las mesas. No tengo ganas de pelear. En el otro extremo de la posada veo a algunos de mis hombres ceñudos preparar cautelosamente sus armas.

-Vete al diablo.-respondo y sigo con mi vino.
-¡Ja¡ solo eso puedes decir. Las niñitas como ustedes los de Mari deberían dedicarse a otra cosa, quizás la cocina.
-Una cabra ignorante como tú debería aprender modales. Te los enseñaría pero olvide mi látigo.
-Ja Ja Ja.-Un coro de risas aprueba mi chanza.
-¿Eres gracioso? Creo que te enseñare yo a ti quien es el más fuerte.

Antes que pueda “enseñarme” lo golpeo con el cinto de mi espada y cae hacia atrás. Intenta incorporarse. Tomo la vasija llena de vino y la estrello contra su cabeza. La bebida se desparrama por el suelo de tierra, un desperdicio. Un buen vino no debería desperdiciarse de esta manera. 

El bruto ya no se mueve. Algunos de sus amigos se mueven hacia mí pero antes saco mi espada. Mis hombres los rodean y veo a ZIMRI-LIN entre ellos.

-Llévenselo y salgan todos de aquí. -Les ordeno y los nómades cumplen la orden. ZIMRI-LIN sonríe.
-Jefe, parece que todo está en orden.
-Se metió con la gente equivocada.
-Supongo que sí.
-Bebamos vino, yo invito.

La sirvienta se acerca y llena nuestras tazas. Me mira a los ojos y sonríe. Quizás lo que necesito es una compañía femenina. Demasiado desierto, demasiados horrores, demasiada inmundicia. Necesito algo de humanidad, algo como el cuerpo de una mujer. 

La sirvienta se aleja hacia otra de las habitaciones, la sigo con la mirada. No está mal, me hace una señal y entra. No es el momento para rechazar una oferta así.
La sigo.

continuara...



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