Deus le volt, Dios lo quiere
Por Karlos Dearma.
“¡Matar a un
infiel no es pecado, lo dice el Papa!“ Aquel monje vociferaba como un loco, los
ojos parecían salirse de sus órbitas y un hilo de baba caía de la comisura de
su labio. El espectáculo que daba era patético. Vestía como un harapiento. Era
flaco y lucía enfermo, pero eso no
parecía disminuir el ardor con que gritaba su sermón: “¡A Tierra Santa, Dios lo
quiere!”
Darek le
observó, la visión le provocó algo parecido al asco. Despreciaba a los
fanáticos y sus mentiras. Era nochebuena, hacia frío, y trató de calentarse
acercándose a una hoguera. Pensó: “Nada cambia en navidad”; en especial para
los siervos como él.
Darek había llegado a Constantinopla
acompañando a los templarios. Le enseñaron que matar era un pecado y la culpa le asediaba: Tuvo que matar varias
veces por su señor.
Quizás en Tierra Santa lograse encontrar un perdón: ¿En
dónde sino podría llegar a encontrarse más cerca de Dios?
"matar al infiel no es pecado" cuantas veces hemos oído eso y en cuantos idiomas,cuantos Dioses llevan eso sobre sus espaldas!
ResponderEliminarPobre Derek, como no encuentre el perdón en si mismo...lo lleva claro.
Saludos
Si, es la intolerancia de los fanáticos (es algo que sigue siendo, lamentablemente, muy actual) y la desgracia de alguien que nace debiendo obediencia a otro. Finalmente la culpa. Gracias por tu comentario, saludos.
EliminarMuy duro ese dilema. Es un pecador por servir a su amo. Irónico. Esa última pregunta también es dura porque si cree, será la muerte.Tal cual es la religión. Me encantó. Un abrazo
ResponderEliminarLa tragedia de haber nacido para obedecer (es un siervo) y la culpa (puede destruir a una persona, la esperanza salvarle). De todas maneras hay algo claro: No hay perdón posible para el crimen. Tienes razón, es la muerte. Gracias por comentar, abrazo.
ResponderEliminarUna narración que remonta a otras épocas pero no por eso deja de ser una problemática actual, quizás no del modo tan crudo como se lo ve en este cuento, pero sigue estando presente.
ResponderEliminarMuy bueno, Carlos.
Tienes razón. Ese es el condimento literario supongo (la crudeza). Gracias por comentar, abrazo.
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