SETI, EL EGIPCIO /// Capitulo 43

43       LA FUGA DE ARNUWANDA

Por Karlos Dearma.

Los centinelas están borrachos. Uno de los botines más preciados de la batalla aún no se les había agotado: Hidromiel de Hatti. 

Logro escabullirme entre el campamento dormido.  He robado el uniforme a un luvita, supongo que no despertara hasta mañana. Espero que nadie me hable, mi conocimiento del idioma de Arzawa es rudimentario. Tengo que conseguir un caballo, por ahora camino entre las tiendas sigilosamente, sin llamar la atención. Presto oídos a todos los ruidos.  Conversaciones lejanas, ronquidos y... ¡relinchos!  

Voy en esa dirección sin distraerme, no quiero volver a ser pillado.  Allí están, en un corral improvisado y custodiado. Maldición, no será fácil. Tengo que ser rápido.

Piensa ARNUWANDA, piensa.

 

¡Ya está!  ¡Fuego! , armare una distracción, le pondré fuego a algunas tiendas. Manos a la obra. Reviso un par de tiendas, soldados dormidos, no morirán: No quiero matarles, los necesito vivos para que armen el lío necesario.  Tal vez se chamusquen  un poco, no importa. Armo una antorcha y empiezo con el escándalo. El fuego comienza a propagarse. Voy camino al corral.  Alguien grita:

-¡Fuego!

Comienza la agitación. Los centinelas se alejan rumbo al incendio, los gritos se multiplican. Mi idea parece funcionar. Salgo de mi escondite rumbo al corral. Paso al lado de una gran tienda y escucho unos caballos piafando nerviosamente. Vuelvo sobre mis pasos. 

Me asomo dentro y ahí los veo. Hermosos ejemplares de Arzawa. No puedo creerlo: Creo que estoy viendo al corcel más bello del mundo. Es un caballo enteramente blanco con una gran mancha negra en su rostro,  tanto que parece cubrírselo enteramente.

 Seguramente debe ser muy veloz. Lo tomare, cuando se den cuenta de su ausencia será tarde. Liberare al resto del grupo para cubrirme. Me le acerco, parece nervioso y trato de tranquilizarle.

-Oh tranquilo amigo.-Le hablo suavemente con caricias. Se tranquiliza. Parecemos entendernos.  Monto. Libero al resto de los caballos de la tienda, nadie me detiene…  y me alejo dejando atrás el tumulto.

continuara ...