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miércoles, 11 de febrero de 2015

SETI, EL EGIPCIO /// Capitulo 49



49      SETI Y LOS MISTERIOS DE LA NOCHE
Por Karlos Dearma.

La noche, esa compañera no deseada, esa gran sombra negra capaz de abrazarnos con sus oscuridades de pesadillas, sus tinieblas amenazantes, y sus pregones de muerte. Debe ser ella la que  no me deja reposar tranquilo. 

Despierto cada tanto, como presintiendo extraños  augurios, y luego vuelvo a dormir. Pero no me deja, no hoy. Observo a los centinelas atentos y moviéndose buscando calor, los fuegos encendidos, la tropa durmiendo. Todo está tranquilo ¿Debo levantarme? No, intento dormir. Mañana será una jornada dura. Vale la pena intentar dormir.

Pero solo consigo conciliar con el sueño algunos momentos.

Desvelado, junto mis cobijas y me levanto torpemente, con pereza. Camino hacia el perímetro, los centinelas me observan extrañados: No esperaban mi presencia. Soy saludado con respeto, respondo y les dejo continuar con su guardia. Más allá del campamento la oscuridad es casi total.

Intento acostumbrar mis ojos a esa negrura. Poco logro. Solo la ciudad muestra algunos brillos a lo lejos, el desierto me devuelve oscuridades y silencio.  No ayuda a tranquilizarme.

Envié patrullas hacia allí. Mejor mantener a raya posibles atacantes. Tienen orden de reportarse cada hora con sus jefes. Vale ser precavidos. Me acerco a otro grupo de centinelas. Los interrogo:

-¿Ha regresado la patrulla?
-Aun no. Están un poco atrasados esta vez. La patrulla de relevo esta lista para partir.
-¿Cuánto tiempo de retraso?
-Media hora.

Esto comienza a no gustarme. Las patrullas tienen órdenes de moverse cerca del campamento, lo suficiente como para ver nuestras luces y alertarnos haciendo sonar sus cuernos. Es mucho tiempo. Faltan algunas horas para el alba.

El atraso. Tal vez sea solo eso. Esperare un tiempo más, iré al encuentro de la próxima patrulla, indagare personalmente a los jefes: No quiero que se repitan estos “retrasos”. La salud del ejército depende de ello. 

Camino por el campamento, me alegra que otros puedan dormir tan tranquilos. Después de todo es parte de mis dotes de mando preocuparme.

Llego con los jinetes reunidos alrededor de un fuego, hablo con su jefe. Le doy las indicaciones. Los hombres quedan en silencio. Miro hacia la oscuridad del desierto. Por un momento creo ver algo. Ahora todos observamos el desierto, algo sucede, la tiniebla cede.

Es un jinete solitario que viene hacia nosotros. Su andar es vacilante, como si no pudiera afirmarse en la cabalgadura. Luego jinete y caballo se desploman a unos cien pasos del campamento. Ordeno montar a la patrulla y dar la alarma. Subo a uno de los caballos y salimos al rescate. Observo salir de su sueño a algunos soldados del campamento pero los dejo atrás. 

Pronto estoy al lado del jinete caído. Tiene heridas muy graves, también su caballo. Ambos están desgarrados como si los hubiera atacado un animal. Casi inconsciente me pide ayuda. Le doy agua.

-¿Qué sucedió soldado?-Con mucha dificultad intenta responderme.
-Fuimos atacados, parecían fieras, mate a algunos de ellos pero no murieron.-Mis hombres se miran extrañados.

-¿Qué quieres decir?
- No,… ¡No eran hombres!-Escupe sangre, intenta hablar, apenas puede.
-¿Cómo que no eran hombres?-Trato de hacerle hablar.
-Sé que los mate, no hay humano que sobreviva a esas heridas. Eran demonios, guerreros negros, me hirieron con sus garras. Mataron a todos. 

-Tranquilízate soldado, no existen los demonios.
-¡No, les vi, Huid antes que sea demasiado tarde! ¡Salvad la vida!

El relato surte efecto inmediatamente. El resto de los hombres que me rodea se mira entre sí. Veo miedo en sus rostros. Trato de sacarles del susto.

-Llevadle al campamento.

Observo, como al pasar, una extraña marca en su brazo. Parece una mancha pero su forma me parece familiar y consigue llamar mi atención. Similar a un sello marcado a fuego sobre la piel. Trato de fijar mi vista en la marca pero la penumbra me lo impide. No debe ser nada. 

Se llevan al herido. Vuelvo a mirar hacia la oscuridad del desierto. El peligro está allí afuera, ha llegado de la manera más extraña y por ahora inexplicable. Subo a mi caballo y regresamos a la seguridad del campamento.

continuara ...


2 comentarios:

  1. Ooooh, con esos demonios negros la situación se pone fea para los solados. Ahora la cosa se pone dura. Muy bueno.

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    1. La noche tiene sus misterios. Se viene la acción ... Saludos.

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